Cartas desde Cáceres, Badajoz, Huelva, Sevilla, Jerez...
escritas entre 1904 y 1910
Por Esperanza Cabello
No sabemos si será debido a que es un día muy especial para algunas personas o si ha sido pura casualidad. El caso es que hoy hemos recibido un increíble y alucinante regalo:
Nuestra madre conserva, en un precioso estuche de piel, las cartas de amor que nuestro bisabuelo Eduardo Fernández Muñoz envió a nuestra bisabuela Josefa Piñero de la Rosa.
Eduardo, del que hemos hablado en varias ocasiones, era viajante de comercio, y nuestra bisabuela tenía una pequeña tiendecita en la que vendía los productos que su marido le traía. Su idilio debió de comenzar, según las fechas de las cartas y las que baraja nuestra madre, en 1903 o en 1904, entonces, debido a su profesión, Eduardo estaba casi siempre de viaje, por lo que enviaba cartas encendidas y amorosas a su amada:
La primera carta:
Señorita Pepa Piñero
Mi más distinguida amiga:
Tengo la satisfacción y el gusto de escribirte por primera vez con el solo objeto de repetirte que solo espero una palabra pronunciada de tus divinos labios para poder hacerme feliz, puesto que aún no lo soy más que un poco por haberme honrado con verte, pero ya comprenderás que habiendo hecho todos los esfuerzos para conseguir un "si", del cual estoy pendiente, espero y veo con gustoq ue una vez puestos de acuerdo como estamos me contestarás, y cuando lo hayas hecho iré a tu casa.
la contestación irá a por ella esta noche el mismo que te entregue esta.
Adiós, amada Pepa, ya sabes que te ama y que desea le contestes con ese "Si" que tanto deseo y que si hasta la fecha tú me amas poco, yo en contra te amo mucho.
Adiós, hasta la tuya, y puedes disponer como gustes de tu fiel amante y seguro servidor
Q.T.P.B.
Eduardo Fernández y Muñoz
"Queridísima y nunca olvidable Pepita:
Ya sabes que tengo padre, hermanos y demás familia, y como ves a ninguno participo que estoy en cama, sólo a tí, consuelo mío, me dirijo en medio de mi completa y afligida soledad...
Desde que te ví la última vez no ha entrado en mi cuerpo alimento alguno... sólo espero algo tuyo que me haga más fácil y llevadero...
Pepita, escribemé mucho para que pueda, leyendo muchas veces tu carta, pasar el tiempo mas suave contemplando las amorosas palabras que tu amor y tus miramientos deben de tener para mí, y con más razón hoiy que puedes decirlo donde el sol alumbre con su luz. Sí, Pepa, puedes decirlo, te amo y no quisiera haberte hecho padecer por ningún concepto.
Adiós, Pepita, bien sabes que con este "Adiós" te llevas mi alma, ofreceme la tuya en recompensa por lo que sufro por tí, no quiero seguir porque de lo contrario sería poco el papel para decirte lo que te amo.
Adiós, recibe la expresión más sincera de mi lealtad, amor y cariño, y bien puedes creer que estaré sin sosiego hasta recibir la tuya, es decir, la medicina que, al fin, Dios me manda para acabar mis sufrimientos, y que por lo tanto a ti es a quien te bendigo por ser tú la bienhechora de mi corazón y quien consuela mi alma.
Adiós, Pepa mía, tuyo siempre,
Eduardo"
Pepa Piñero de la Rosa con sus hijos,
Natalia y Baldomero Fernández Piñero
(sobre 1911)
Además de estas primeras, hay una treintena de cartas muy curiosas, de unos cinco años, hasta el año 1910, pues Eduardo murió en 1911, dejando a su Pepita con dos hijos, Baldomero y Natalia. Fue entonces cuando Pepa volvió a la casa de las Piñeritas, a la calle San Francisco, con las que vivió el resto de su vida.
En todas las cartas de Eduardo hay una sincera preocupación por su mujer y por sus hijos, le habla de su hermana María y de sus hijos, Natalia y eduardo (de que fueron padrinos), le va dando instrucciones prácticas, habla de asuntos domésticos, de comestibles, de dinero... Pero en todas ellas le reitera su amor incondicional, y en todas, sin excepción, le pide que le escriba, dándole siempre el nombre de la pensión o de la fonda en la que va a estar alojado.
¡Todo un tesoro!
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4 comentarios:
Me parece increible el vocabulario tan rico y tan extenso que usaban en esa época, además de los giros en el lenguaje
L´amour!!!¡Qué bonito!
Lo mejor es que las cartas han sido guardadas de generación en generación. Mucho amor, es lo que hace falta. Besos a las dos!!!! :)
Es alucinante...parece un caballero de la época del amor cortés!que cosas tan bonitas le escribía...
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