En todos los balcones del recorrido de la procesión hay colgaduras
En nuestra casa, este año, con crespones negros
Recordando a María Remedios
Por Esperanza Cabello
Hace unos días contábamos que nuestra amiga Consuelo Bohórquez nos había regalado un librito de 1955 sobre la Virgen de los Remedios, su historia, una novena y varios textos escritos por don Francisco García Parra.
Nos propusimos traer a este blog el texto de la historia de la imagen, del Convento, de la Hermandad y de la celebración... y ha sido una ardua tarea. Primero porque el texto no se dejaba escanear fácilmente y hemos tenido que corregir y recopiar casi todo, y lo peor es que el texto en sí es un poco denso.
Don Francisco García escribió en 1955 con un marcado cariz político, conforme al sistema que había en ese momento. Aparte de la historia, que nos ha parecido muy interesante, están el exagerado fervor y el enaltecimiento de los valores exigidos en ese momento.
Por un instante hemos dudado en publicar esa historia, porque sus consideraciones son muy contrarias a las actuales,pero hemos pensado que, sea como sea, el escrito es fruto del momento en que les tocó vivir, y solo así debe entenderse.
TRADICIONES DE UBRIQUE, por Francisco García Parra, Ubrique, septiembre de 1955
El Convento de Capuchinos y su Iglesia - Santuario
de La Santísima Virgen de los Remedios, Patrona de esta villa
Reseña Histórica.
Es la Patrona de la Orden Trinitaria, que le profesa singular devoción.
En el siglo XIII se apareció a San Félix de Valois y en Córdoba y Argel a San Juan de Mata, entregándole dos bolsas de oro para rescatar a los cautivos que gemían por su libertad.
Esta devoción siguió a nuestro ejército en la conquista de Granada y probablemente la imagen de Nuestra Señora de los Remedios del Convento de la Trinidad, próximo a los Capuchinos de Sevilla, procede del ejército de los Reyes Católicos.
La Santísima Virgen de los Remedios preside como Patrona la Universidad de Salamanca.
Entre las imágenes americanas veneradas con este título cítase con especial mención la de Totoltepec (Méjico), que fue llevada allí desde España por los compañeros de Hernán Cortés. Al entrar ésta en Méjico derribó los ídolos de un templo pagano, donde después fue emplazada la catedral, poniendo en su lugar la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, que en el año 1575 se la trasladó al hermoso templo construido ex-profeso en la loma llamada Totoltepec.
EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS
Hallándose gravemente enfermo don Rodrigo Ponce de León, Duque de Arcos, Marqués de Cádiz y Señor de las Cuatro Villas, mandó llamar a los PP. Bernardino de Granada y Leandro de Antequera, y les expresó su deseo de que fundaran los Capuchinos un Convento en Ubrique. Las vicisitudes de la casa ducal impidieron que se realizase esta fundación, y noticioso de ello el Licenciado don Alonso Borrego, presbítero, poseedor de una gran fortuna, se ofreció a labrar a su costa el Convento, como muchos años antes, cuando quiso ingresar en la Orden, se lo predijo el V. P. Juan Francisco de Antequera.
Conseguidas las oportunas licencias y otorgada escritura del Patronato a favor de don Alonso, en 1660, llegó a fundar el Convento de Ubrique el V. P. Bernardino de Granada, alojándose en la Ermita de San Juan de Letrán. Y hallándose indeciso sobre la elección de sitio, quiso la Santísima Virgen designarlo de una manera maravillosa.
Encontrándose una niña llamada Leonor Sánchez, de diez años de edad, en una huerta situada entre el "Nacimiento" y el "Benalfí", vio de repente a una Señora, ricamente vestida de blanco, rodeada de resplandores y con un Niño en los brazos. Entre sus manos tenía una cuerda con nudos, como la que usan los Capuchinos, y una carta cerrada. Llamaba repetidas veces a la niña, pero ésta, llena de terror, en vez de acercarse, se fue huyendo. La Santísima Virgen, poniendo la carta y la cuerda sobre una piedra que allí había, dijo a la niña: "Advierte que pongo aquí esto", y desapareció. Cogió la niña la carta y la cuerda, contó lo sucedido a su padre y éste se dirigió al P. Bernardino, que abriendo la carta, cuyo contenido no reveló nunca, conoció ser la voluntad de la Virgen Santísima que se edificara allí su Santuario.
Inmediatamente habló el P. Bernardino con don Alonso Borrego, compraron la huerta y empezaron las obras, que duraron diez años (1660-1670), invirtiéndose en ellas 17.000 ducados, que costeó don Alonso Borrego, más las aportaciones de los particulares y la mano de obra y materiales ofrecidos por todo el pueblo, que con noble emulación trabajó y recaudó para levantar el Convento.
Su acertado emplazamiento en el sitio más apropiado para la quietud y oración, no pudo estar mejor elegido en las inmediaciones de la villa, al norte de la misma, en la confluencia del arroyo "Benalfí" y el río del "Nacimiento", dominando la sierra, el pueblo y los montes lejanos.
La austera silueta del Convento de Capuchinos, típica edificación del siglo XVII, con su Iglesia-Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, relicario de nuestros más inefables recuerdos, porque sabe de milagros, nobles afanes, súplicas y rezos, aparece coronada y protegida por los amorosos brazos de esa hermosa Cruz que, alzándose majestuosa como crucero monumental en la escarpada cima del "Benalfí", sobre ingente pedestal de rocas tan firmes como la fe de nuestros mayores, completa el encanto y poesía de este bellísimo paisaje en los alrededores de Ubrique.
Al entrar en la humilde iglesia de este monumento histórico, sentimos la emoción de postrarnos ante la Santísima Virgen en las mismas gradas que lo hiciera aquel glorioso apóstol capuchino, nuestro Beato Diego José de Cádiz, y la serie de venerables varones que santificaron sus claustros con los milagros obrados en esta bendita mansión, insigne reliquia que de sus hijos predilectos conserva la provincia de Cádiz.
Al recorrer sus silenciosos claustros, moradas de paz, nos parece que aun vagan en ellos las figuras de los venerables Padres Félix José de Ubrique, Buenaventura de Ubrique, Diego José de Cádiz...
Al penetrar en sus estrechas celdas, mansiones de austeridad y de pobreza que todavía conserva el mismo aspecto de humildes albergues de sus antiguos moradores ascetas, vemos una de ellas, la que habitó el Beato Diego José de Cádiz durante los seis años de su residencia de religioso en este Convento, que hoy está convertido en modesta capilla donde se veneran las reliquias del Beato, expuestas en sencillo ostensorio.
Recién construida esta iglesia fue provista de varias reliquias con sus respectivas auténticas, proporcionadas por el M. R. P. Francisco de Jerez y el V. P. Carabantes. De ellas sólo queda hoy un relicario del Santo Lignum Crucis, que en pequeño ostensorio del siglo XVII se adora tradicionalmente por todo el pueblo, que acude a besarlo el Viernes Santo.
Durante el siglo XIX se hicieron en el Convento varias restauraciones, siendo una de las más importantes la del año 1899, en que por acuerdo aprobado en el Capítulo Provincial Capuchino celebrado en Sanlúcar el 2 de julio del mismo año, según consta en el Libro de Actas Definitoriales de la Provincia de la Inmaculada Concepción de Andalucía, que dice así: "Tomar nuestro Convento de Ubrique por los recuerdos y tradiciones que tiene para nosotros", volvieron a él los Capuchinos, que habían sido exclaustrados el año 1836.
El año 1906 fue costeado por suscripción popular el hermoso retablo destruido por los rojos en abril de 1936 y el camarín de la Virgen, pavimentándose también de mármol la iglesia.
En 1931 y ante el estallido de la Revolución, la Comunidad de Capuchinos tuvo que desalojar el Convento, donde volvió a reintegrarse en 1933. El año 1935 fue inaugurado en el mismo, con gran solemnidad, un Colegio Seráfico integrado por quince o veinte niños.
El Colegio Seráfico de Ubrique
En abril de 1936, la Comunidad de Capuchinos y los Seráficos volvieron a abandonar el Convento y su iglesia, que en dicha fecha fueron asaltados e incendiados por las turbas rojas, dejándolos desiertos y casi en ruinas.
En el Capítulo Provincial Capuchino de Andalucía, celebrado en Sevilla el día 3 de septiembre de 1941, se sometió a la decisión del mismo tomar o dejar el Convento de Ubrique, y el citado día, fecha infausta para la historia de esta villa, el mencionado Capítulo decidió abandonarlo por la exigua mayoría de nueve votos contra ocho, sin que sirvieran ahora aquellos motivos que tuvieron para tomarlo el año 1899, ni la razonada exposición que dirigieron con fecha 15 de agosto de 1941 al Capítulo Provincial de los PP. Capuchinos de Andalucía las autoridades locales, fuerzas vivas y el pueblo en general, con cerca de un millar de firmas en tres pliegos adicionales, pidiéndole la reintegración de la Comunidad a este Convento de gloriosa historia Capuchina, y ofreciéndole la solemne promesa del pueblo de Ubrique de restaurar dicho Convento y su iglesia, dotándolos de ornamentos, objetos del culto y enseres más necesarios, todo esto antes de la próxima celebración del segundo centenario del nacimiento del Beato Diego José de Cádiz.
La decisión capitular fue notificada por escrito al señor Cura Párroco, al Hermano Mayor de Nuestra Señora de los Remedios y a los señores de García Pérez, propietarios del Convento.
A pesar de esta negativa, el año 1943 cumplió el pueblo lo ofrecido, al pie de la letra. Se hizo una colecta extraordinaria patrocinada por los señores de Bohórquez Vecina, Camareros de la Virgen, recaudándose más de ciento cincuenta mil pesetas, que fueron íntegramente invertidas el mismo año en las importantes obras de reparación y consolidación que necesitaba el hermoso edificio para quedar completamente restaurado antes de la celebración del citado centenario, esperando en vano hasta hoy la vuelta de los Capuchinos. Mientras tanto, cuando fue abandonado el Convento, el dueño del mismo, don Juan García Pérez, decidió venderlo, y al ser invocados los generosos sentimientos de don Ángel Bohórquez Oliva, hijo de Ubrique y vecino de Jerez de la Frontera, éste respondió al llamamiento con emocionado entusiasmo, comprando para la Santísima Virgen el Convento y su huerta, a lo que accedió el dueño de muy buena voluntad.
Convento de Capuchinos de Ubrique
SU PATRONATO Y DEVOCIÓN POPULAR
Cuando estuvo terminada la iglesia del Convento, en la segunda mitad del siglo XVII, anuncióse que traían los Padres, de Sevilla, una imagen de Nuestra Señora de los Remedios. Salió todo el pueblo a recibirla en solemne procesión, y entonces Leonor, que ya era una joven de veinte años, al verla, empezó a dar gritos diciendo que aquella era la misma Señora que se le había aparecido cuando niña. Conmovióse todo el concurso con este suceso y desde entonces empezó a hacer tal número de milagros, que el pueblo la nombró por Patrona suya, aumentándose su devoción de día en día. Consta que la fiesta y procesión se venía celebrando desde antes de 1681.
Es un hecho evidente que el nombre de la Virgen de los Remedios ha estado y estará siempre en el corazón de todos los hijos de Ubrique, que recurren a ella tanto en sus alegrías como en sus tribulaciones y no se cae nunca de sus labios porque nuestras madres arraigaron en nosotros ese tierno amor filial, cuando postradas ante la bendita imagen nos llevaban en sus brazos para que nuestra lengua, balbuciente aún, aprendiera a pronunciar su nombre.
Este diálogo no ha terminado en cerca de tres siglos y continuará mientras exista Ubrique.
La venerada imagen es de las de vestir, de mediados del siglo XVII y el Niño es de la misma época, muy gracioso y bien tallado. Ha sufrido varias restauraciones: una a principios del siglo XIX, otra en 1919 a devoción de doña Ana Reguera y la última el año 1934 en Granada por el escultor Navas Parejo.
La Santísima Virgen de los Remedios estuvo a punto de ser destruida por los franceses, que la arrojaron a unos zarzales, de donde la recogieron los hijos de Ubrique y la escondieron en los montes durante la dominación francesa, siendo después restituida a su altar.
Ubrique en 1875
Aún se ven los destrozos de la invasión francesa
La ermita de San Juan de Letrán quemada
En nuestras vicisitudes hemos clamado siempre a la inagotable misericordia de nuestra Virgen de los Remedios, y así cuando el dolor, ese gran mensajero de Dios, llama a las puertas de nuestras casas, elevamos a Ella nuestros corazones pidiéndole su protección y su consuelo.
¡Cuántas veces de nuestros ojos, húmedos aún por lágrimas de amargura, brotaron lágrimas de júbilo por haber alcanzado el favor que le pedíamos! Así ocurrió el año 1855, cuando este pueblo, azotado por terrible epidemia de cólera que causaba horrorosos estragos en nuestros hogares, fue sacada en procesión la imagen de la Virgen por los barrios más atacados de la peste, cesando ésta desde aquel día en que dejó de sembrar el luto y la aflicción en nuestras familias.
Fue entonces cuando el pueblo, con las autoridades al frente, hizo voto solemne de conmemorar anualmente ese día, primer domingo después de su Natividad, con una función religiosa, un Te-Deum en acción de gracias y la procesión con la Santísima Virgen por las mismas calles de entonces, cuyo voto no ha dejado de cumplirse hasta hoy.
Posee nuestra Virgen de los Remedios una valiosa colección de vestidos, mantos, coronas y joyas, todo ello debido a la piedad ubriquense.
Las magníficas andas que tiene para la novena y procesiones, de metal plateado, de estilo corintio, adornadas con artísticos faroles del mismo metal, le fueron donadas el año 1864 por don José Romero Gil, hijo de esta villa.
Los modernos candelabros con tulipas de cristal, que desde el año 1919 luce procesionalmente en los cuatro ángulos de las mismas andas, fueron costeados dicho año por don Bartolomé Bohórquez Rubiales y señora.
En su histórico Santuario, mudo testigo de tantos hechos milagrosos, habitaron santos y venerables varones y célebres misioneros, que habían de inmortalizar sus nombres manteniendo la fe y la piedad a través de los siglos y perfumando la historia con sus virtudes.
Vivieron a los pies de Nuestra Señora de los Remedios el V. P. Félix José de Ubrique, celebérrimo predicador de Carlos II y Felipe V, tan devoto de Ella que dejando la Corte quiso ser enterrado a sus plantas y está enterrado en el coro bajo.
También le profesó gran devoción el V. P. Buenaventura de Ubrique, célebre misionero, cuyos milagros y fama de santidad llenaron toda la Serranía.
Ante ella inspiró Dios la entrada en la Orden al Beato Diego José de Cádiz, el Apóstol del siglo XVIII y uno de los Santos más renombrados de estos últimos tiempos, que si bien nació en dicha capital, puede decirse que en nuestra villa fue donde se incubó su vida, la concha donde se formó y creció esta hermosa perla, hasta que salió de ella para lucir sus bellos resplandores en la Orden Capuchina y más tarde brillar con toda su intensidad en los altares. A sus pies, en el altar mayor, tuvo la asombrosa aparición de San Ildefonso de Toledo (titular de esta iglesia), en la que le dio a comer el libro de la sabiduría y le ordenó salvar a España.
Biografía del Beato Diego José
Escrita por Manuel Cabello Janeiro
Escrita por Manuel Cabello Janeiro
En el coro fue la aparición de la noche de Navidad y en la puerta de la iglesia se realizó el milagro de la multiplicación de los panes, todo esto durante el tiempo que vivió el Padre en Ubrique.
También cuenta la tradición que la Divina Pastora le habló desde su camarín mientras el joven José Francisco López-Caamaño, futuro Beato Diego José de Cádiz, oraba postrado a sus plantas.
Nuestro amor a su bendita imagen se refleja vivamente en los cultos celebrados en su honor. Para la fiesta principal, el día 8 de septiembre, acuden a su amorosa cita todos los hijos de Ubrique, desde los más apartados lugares, para verenarla con su asistencia.
La novena, que se celebra anualmente con extraordinaria brillantez, termina la víspera de su fiesta con la tradicional función de fuegos artificiales en la explanada que hay delante de su iglesia, llamada Plazuela del Convento, que presencia todo el pueblo, amenizada por una banda de música, mientras en las montañas inmediatas resuena el eco de su alegre campana, con ese magnífico sonido musical tan grato a nuestros oídos.
Con una constancia ejemplar, el pueblo y la Hermandad de nuestra Excelsa Patrona le rinden tradicionalmente el cálido homenaje de su fervorosa devoción, congregándose a sus plantas todos los sábados al declinar el día, para cantarle solemnemente una Salve a coro.
El pueblo entero contribuye igualmente al mayor esplendor de sus tres procesiones: la de su fiesta principal y las dos del Voto que se conmemoran el domingo siguiente y el día 27 de julio de cada año. Estas constituyen un acontecimiento popular cuando la Santísima Virgen recorre triunfalmente las calles de la Villa, flotando majestuosamente sobre un mar de cabezas de uno y otro sexo apiñadas alrededor de la imagen, los hombres delante y las mujeres detrás, éstas espontáneamente desde el año 1934 en que salió de nuevo la procesión después de haber estado suspendida por las autoridades del Frente Popular los tres años antes pues siempre habían asistido a estas procesiones solamente los hombres.
Imagen de la Virgen utilizada para el cartel anunciador
de los actos de este año, realizado por Carlos Pizano a partir de
un cuadro de José Antonio Martel
Este solemne desfile tiene un encanto especial cuando lo hace por las antiguas calles típicas de la villa, con sus modestas y pulcras viviendas de nívea blancura, iluminadas con bengalas multicolores y engalanadas con originales adornos de vistosas colgaduras y plantas. En todo el pueblo y particularmente en estos barrios, son tradicionales los exvotos de echar cohetes al paso de la Virgen, que atruenan incesantemente el espacio con sus estampidos.
Es de sumo interés en esta procesión el paso de la imagen por la estrechura que forma el "Peñón de la Becerra", en la calle de la Torre, que deja justamente libre el espacio preciso para la anchura de las andas.
En el asalto al Convento y su iglesia por las turbas en abril de 1936, antes de comenzar su devastación y atendiendo las súplicas que les hiciera el M. R. P. Sebastián de Ubrique, fue llevada por los mismos asaltantes la imagen de la Santísima Virgen a casa de su Hermano Mayor, don Serafín Bohórquez Vecina, donde se encontró amoroso refugio mientras fue instalada provisionalmente en la Parroquia, después del glorioso movimiento nacional.
El 13 de septiembre de 1936, las autoridades militares, civiles y eclesiásticas acordaron dar gran solemnidad a la fiesta del Voto que se celebraba ese día, renovando públicamente el que se hizo el año 1855 y en acción de gracias también por la liberación del pueblo por las tropas nacionales el día 27 de julio último, atribuida a la mediación de la Santísima Virgen por habernos encomendado a Ella. El acto se celebró en la Plaza de San Pedro, a la sombra proyectada por la Parroquia y al resguardo del fuego enemigo, donde fueron colocados potentes altavoces, instalando uno de ello en la inmediata Plaza principal dirigido hacia la línea de fuego de la sierra, para que éstos pudieran oírlo. En uno de sus frentes se levantó un estrado en alto, donde fue colocada sobre un altar la imagen de nuestra Patrona, cubriéndose el estrado y la fachada con tapices y reposteros y completando el exorno con plantas. En la mañana de este día todo el pueblo se congregó en la citada Plaza de San Pedro, presidido por el Ayuntamiento en pleno, que ocupaba el estrada con las demás autoridades y jefes de Falange, Guardia Civil y demás fuerzas de guarnición formadas en dicha Plaza. Se celebró una misa oficiada por el Párroco interino, don José Carrasco Panal, y al Evangelio de la misma el M. R. P. Sebastián de Ubrique pronunció ante el micrófono una breve alocución de elevados tonos, con elocuentes y sentidas palabras. Al final el pueblo, con los brazos en alto, respondió a coro afirmativamente a sus preguntas, quedando con ello renovado el Voto hecho a la Santísima Virgen el año 1855 por habernos entonces del cólera y ahora del exterminio de Ubrique el 27 de julio último. Los rojos suspendieron el fuego mientras duró este acto y al terminar el mismo fue firmada por las autoridades el acta correspondiente.
Programa de Actos 2011
Diseño de Carlos Pizano
En el primer aniversario de esta liberación de Ubrique, salió en procesión la Santísima Virgen por primera vez después del movimiento, recorriendo la carrera en impresionante manifestación de fe y entusiasmo entre lágrimas de emoción, fervorosos cánticos y gran cantidad de cohetes y bengalas a su paso por las calles engalanadas como en sus mayores fiestas. Resultaron sobre todo apoteósicas la salida y entrada en el templo Parroquial, y ya en éste, en presencia de las autoridades locales que asistieron en corporación, el señor Cura dio las gracias al pueblo en nombre de la Virgen por aquel acto y a la Virgen en nombre del pueblo por el gran favor librado que le había dispensado hace un año, manifestando su deseo de renovar nuevamente con este motivo las manifestaciones hechas por el pueblo en el memorable acto celebrado también ante Ella el 13 de septiembre último. Todos respondieron afirmativamente a las preguntas del señor Cura hechas en voz alta, prometiendo de nuevo celebrar anualmente el voto, trasladando su cumplimiento a las generaciones sucesivas. El alcalde, señor León Carretero, recogió oficialmente estas manifestaciones, leyendo ante la Santísima Virgen las mismas fórmulas escritas para el citado acto anterior y poniendo al final las manos sobre los Evangelios.
Hasta que se realizaron las últimas obras de reparación en el Convento, el año 1943, estuvo la imagen de la Santísima Virgen expuesta al culto en uno de los principales altares de la Parroquia, y terminadas dichas obras fue llevada en solemnísima procesión a su Santuario, el día 8 de septiembre del mismo año, sacándola simbólicamente de la casa de los señores de Bohórquez Vecina, mediante un hermoso acto de desagravio popular, con asistencia de las autoridades y miles de personas.
Desde entonces quedó de nuevo su iglesia abierta al culto, y aunque nuestra Excelsa Patrona no esté en ella cobijada por grandioso templo de selecta arquitectura, ni aparezca sobre artístico retablo en lujoso camarín luciendo ricas joyas, tiene para nosotros tanto o más valor que esas maravillosas tallas, magníficas interpretaciones de la portentosa inspiración de nuestros imagineros, con ese sublime arte comunicado al genio por la mano de Dios, respondió a coro afirmativamente a sus preguntas, quedando con ello renovado el Voto hecho a la Santísima Virgen el año 1855 por habernos entonces del cólera y ahora del exterminio de Ubrique el 27 de julio último. Suspendieron el fuego mientras duró este acto y al terminar el mismo fue firmada por las autoridades el acta correspondiente.
Fray Sebastián de Ubrique, Francisco García Parra y Manuel León, sobrino de fray Sebastián
En el primer aniversario de esta liberación de Ubrique, salió en procesión la Santísima Virgen por primera vez después del movimiento, recorriendo la carrera en impresionante manifestación de fe y entusiasmo entre lágrimas de emoción, fervorosos cánticos y gran cantidad de cohetes y bengalas a su paso por las calles engalanadas como en sus mayores fiestas. Resultaron sobre todo apoteósicas la salida y entrada en el templo Parroquial, y ya en éste, en presencia de las autoridades locales que asistieron en corporación, el señor Cura dio las gracias al pueblo en nombre de la Virgen por aquel acto y a la Virgen en nombre del pueblo por el gran favor librado que le había dispensado hace un año, manifestando su deseo de renovar nuevamente con este motivo las manifestaciones hechas por el pueblo en el memorable acto celebrado también ante Ella el 13 de septiembre último. Todos respondieron afirmativamente a las preguntas del señor Cura hechas en voz alta, prometiendo de nuevo celebrar anualmente el voto, trasladando su cumplimiento a las generaciones sucesivas. El alcalde, señor León Carretero, recogió oficialmente estas manifestaciones, leyendo ante la Santísima Virgen las mismas fórmulas escritas para el citado acto anterior y poniendo al final las manos sobre los Evangelios.
Hasta que se realizaron las últimas obras de reparación en el Convento, el año 1943, estuvo la imagen de la Santísima Virgen expuesta al culto en uno de los principales altares de la Parroquia, y terminadas dichas obras fue llevada en solemnísima procesión a su Santuario, el día 8 de septiembre del mismo año, sacándola simbólicamente de la casa de los señores de Bohórquez Vecina, mediante un hermoso acto de desagravio popular, con asistencia de las autoridades y miles de personas.
Desde entonces quedó de nuevo su iglesia abierta al culto, y aunque nuestra Excelsa Patrona no esté en ella cobijada por grandioso templo de selecta arquitectura, ni aparezca sobre artístico retablo en lujoso camarín luciendo ricas joyas, tiene para nosotros tanto o más valor que esas maravillosas tallas, magníficas interpretaciones de la portentosa inspiración de nuestros imagineros, con ese sublime arte comunicado al genio por la mano de Dios, porque nuestra Virgen de los Remedios está bendecida por la fe y devoción de nuestros mayores, transmitida a nosotros como herencia sagrada de generación en generación. Está constantemente sahumada por el incienso de nuestras plegarias, rociada con el hisopo de nuestras lágrimas y la joya más preciada que prende en su pecho y que ningún hijo despiadado podrá arrancar jamás, es el ferviente amor que todos le profesamos.
Ubrique, año 1955. F. G. P.
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