Por Esperanza Cabello
Es una de las más duras noticias que podíamos conocer, la muerte de Eduardo Janeiro.
Desde la primavera pasada estaba enfermo, pero lo que al principio parecía no tener tanta gravedad ha ido agravándose hasta este fatal desenlace.
Y eso nos hace darnos cuenta de lo vulnerables que somos, de lo poco que importa que seamos jóvenes o mayores, que vivamos una vida intensa o refugiados en nuestras burbujas.
Eduardo era vivo, alegre, activo, espontáneo, genial.
Durante muchos años de infancia y juventud compartimos pillerías y travesuras, él era el hijo pequeño de nuestros tíos Eduardo y Margarita, y vivía un poco más arriba de nuestra casa, por lo que las ocasiones de juegos y carreras eran muy habituales.
Después nos hicimos "mayores", y juntos íbamos en las ferias a los bailes del Jardín con aquellas orquestas (Los cisnes azules) que tocaban precisamente lo que queríamos oír.
Más tarde vinieron los estudios, ambos hicimos filología, pero ya nuestras vidas siguieron caminos separados.
Al volver a contactar con él, ahora por internet, supimos que se había casado con Marisa de Casa, que tenían un hijo, Eduardo, un nuevo Eduardo Janeiro, y una preciosa hija encantadora que se parece a su padre: Sara; supimos que estaba enamoradísimo de su mujer y orgullosísimo de su familia, y que seguía siendo, en esencia, el mismo joven adorable y admirable que conocimos.
Y cuando el jueves pasado conocimos la horrible noticia nos quedamos desolados, no nos lo podíamos creer. Eduardo había fallecido, y fue incinerado en Fuengirola el pasado viernes.
Nuestro amigo Juan Ramírez escribió unas palabras muy sentidas, que todos podemos repetir:
"Cuánto lo siento, cuánto me duele a mí también. El destino de algunas
estrellas es ser fugaces, pero siempre, dejan detrás de ellas una gran
estela. Eduardito te quiero. Pepita, Ana Mari, Margari, no tengo
palabras que os puedan reconfortar. Quisiera que sintáis el calor de mi
abrazo. Hoy se ha ido un hermano, hoy se ha desgarrado un inmenso jirón
de mi infancia".
Queremos mandar un gran abrazo a su familia, a sus hermanas, a su mujer, a su hijo, a su hija, a sus sobrinos y a todos los que tanto lo querían, durante toda la semana solo hemos visto muestras de afecto y de desolación por parte de todos.
Descansa en paz, querido Eduardo, la misa por el eterno descanso de su alma tendrá lugar en Ubrique mañana, jueves, 31 de julio, a las ocho de la tarde en el Convento de Capuchinos.
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1 comentario:
Me ha cogido por sorpresa esta noticia, lo siento muchísimo. No tuve una gran amistad con él, pero si que tengo un recuerdo de niñez.
Hicimos " La Cruzada de la Bondad" y al final de ésta cada grupo se disfrazó de una cosa, nuestro grupo representaba una boda. Yo fui la novia y él el novio, tengo las fotos de recuerdo.
Me siento triste por esta pérdida. Un saludo Maribel Fernández
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