Don Antonio González Torres, maestro ubriqueño, nacido en Cádiz
Por Esperanza Cabello
Hoy es el día de san Antonio, el día más apropiado para rendir un pequeño homenaje a un ubriqueño nacido en Cádiz, a don Antonio González Torres.
Y decimos ubriqueño porque, aunque los primeros años de su vida los pasó en otros lugares (Cádiz, Jerez, Cañete...) don Antonio siempre se sintió ubriqueño de corazón, y ubriqueña es su familia, sus hijos, su mujer y sus nietos.
Antonio González Torres había nacido en Cádiz, en la gaditanísima calle Hospital de Mujeres, el mes de diciembre de 1932. Su padre, Diego González, era militar, originario de Genalguacil, y se había casado con Trinidad Torres, de Málaga.
La familia estableció su residencia en Cádiz, donde pronto nació el primogénito de la familia, Antonio, y poco más tarde su hermana Trinidad. Posteriormente se establecieron en Jerez de la Frontera.
El destino y la casualidad hicieron que los dos hermanos se decidieran por hacer la carrera de magisterio. Era una época insegura, después de la Guerra Civil, tanto que ni siquiera sabían cuántos años durarían los estudios cuando hicieron el ingreso a la Escuela de Magisterio. En la época la familia vivía en Jerez, por lo que Antonio estudiaba por libre e iba a hacer los exámenes a Cádiz. En la época una de las profesoras de la Escuela en Cádiz era Josefina Pascual.
Finalmente los estudios de Antonio duraron cuatro años, pero consiguió obtener su título de maestro muy jovencito.
Una vez conseguido el título, Antonio preparó sus oposiciones y consiguió su plaza.
Tuvo varios destinos, dos años en Cádiz y uno en Cañete la Real, hasta que finalmente con veinticinco añitos le fue adjudicada la plaza de Ubrique. Corría el año de 1957.
Antonio encontró un Ubrique muy diferente al que conocemos hoy, no todos los niños y niñas iban normalmente a clases, y trabajó incansablemente para conseguirles a todos una plaza escolar.
Investigó en el registro, en el ayuntamiento, donde fuera necesario para hacer una relación de niños y se ocupó personalmente de hablar con sus padres para que todos fueran a la escuela. Por aquel entonces en Ubrique había solamente doce maestros.
Antonio empezó en Ubrique en la "Escuela Graduada Rodríguez de Varcárcel" (enfrente del Jardín), donde antes habían trabajado don Ramón Crossa o don Fernando Gavilán y después pasó al Víctor de la Serna, recién inaugurado, primero como maestro y más tarde como director.
Finalmente Antonio pasó al Francisco Fatou, que fue su centro hasta su jubilación.
¿Y por qué Antonio se quedó en Ubrique? En una entrevista concedida a nuestra compañera María de los Ángeles López en 1998, Antonio le explicaba que había sopesado los pros y los contras de pedir destino y que había decidido sin lugar a dudas que quedarse en Ubrique era lo mejor.
Hombre discreto, no explicó a la reportera (en esta ocasión) que se había quedado en Ubrique por amor.
Conchi Pérez Sánchez de Medina y su esposo, Antonio González
Efectivamente, Antonio había conocido en Ubrique a una muchachita preciosa y adorable, a nuestra querida Conchita Pérez Sánchez de Medina, y por nada del mundo hubiera renunciado a ella.
La feliz pareja en sus primeros años de casados
Y en 1961 sellaron su destino para siempre, siempre juntos, uno al lado del otro. Conchita se ocupaba de la casa y de la familia que fundaron entre ambos, mientras que Antonio ejercía su profesión con gran dedicación, incluso más allá de su deber.
Pronto llegaron los niños... ¡Y cuántos niños!
La familia González Pérez al completo
Mari Reme, Conchita, Trini, Antonio, Mari Carmen, Pedro, Diego, Pilar, David y Carlos ¡Diez hijos nada menos!
A nosotros, que ya pertenecíamos a una familia numerosa, nos asombraba tremendamente ver a una familia tan numerosa con tantos niños por todos lados.
A nosotros, que ya pertenecíamos a una familia numerosa, nos asombraba tremendamente ver a una familia tan numerosa con tantos niños por todos lados.
Antonio y Conchi trabajaban incansablemente, día y noche, para conseguir poner orden en la casa, el padre llevando el dinero para la familia y la madre afanándose constantemente con las comidas, los estudios, la ropa, la limpieza, los detalles. ¡Cuánto trabajo!
A pesar de eso, Antonio encontraba también un ratito para una buena partida de ajedrez,y, por supuesto, para un buen rato con su Cádiz de su amores, su equipo favorito.
A pesar de eso, Antonio encontraba también un ratito para una buena partida de ajedrez,y, por supuesto, para un buen rato con su Cádiz de su amores, su equipo favorito.
Era una familia feliz, los hermanos siempre se apoyaban, los mayores echando una mano y los más pequeños siempre caseros.
Nos encantan los padres y madres dedicados a sus familias, para nosotros es, seguramente, lo más importante, y la familia González Pérez era, en ese sentido, una familia ejemplar, con sus días mejores, y sus días tristes, como todas, pero una familia ejemplar y feliz sin lugar a dudas.
Entrevista de María de los Ángeles López a Antonio González Torres
Ubrique, junio de 1998. Publicada en Ubrique Información
Hemos estado leyendo esta estupenda entrevista que María de los Ángeles López realizó a Antonio González con motivo de su jubilación, tras más de cuarenta años dedicado a la enseñanza, en Ubrique en casi su totalidad.
Antonio explica cómo decidió ser maestro, a pesar de que en la familia no había ningún antecedente, cómo había estudiado sus siete años de bachillerato y reválida antes de empezar la carrera, cómo se dedicó en cuerpo y alma a los niños y niñas de Ubrique y cómo la enseñanza se convirtió, además de su familia, en su razón de ser.
Imaginamos que un maestro, después de más de cuarenta años de servicio, debe de tener en la mochila miles de vivencia, miles de caras, de nombres, de momentos entrañables, de momentos duros, de risas, de llantos.
Para Antonio los niños eran lo más importante de su vida, porque le permitían desarrollarse como maestro, y en Ubrique desarrolló una labor extraordinaria, desde aquellos primeros tiempos, pues no solo fue maestro, sino que dirigió dos centros punteros de enseñanza, aunque él decía, humildemente, que prefería ser maestro de a pie, pues la vida de la burocracia no le atraía lo más mínimo, mientras que la lucha diaria por conseguir que un niño avanzara era su pasión.
Y no solo se dedicó a los más pequeños. En los sesenta y principios de los setenta en Ubrique no había instituto de enseñanzas medias, y don Antonio González preparó a muchos jóvenes ubriqueños para los exámenes libres de bachillerato, que se hacían en Jerez o en Cádiz. Así consiguió ayudar a las familias que no podían enviar a sus hijos a un internado o a los que eran demasiado jóvenes para vivir lejos de la familia (en la época, el bachillerato se empezaba con nueve años). Son muchos los ubriqueños que aún recuerdan cómo don Antonio les daba clases para poder examinarse de bachillerato.
Y no solo se dedicó a los más pequeños. En los sesenta y principios de los setenta en Ubrique no había instituto de enseñanzas medias, y don Antonio González preparó a muchos jóvenes ubriqueños para los exámenes libres de bachillerato, que se hacían en Jerez o en Cádiz. Así consiguió ayudar a las familias que no podían enviar a sus hijos a un internado o a los que eran demasiado jóvenes para vivir lejos de la familia (en la época, el bachillerato se empezaba con nueve años). Son muchos los ubriqueños que aún recuerdan cómo don Antonio les daba clases para poder examinarse de bachillerato.
Diario de Cádiz, 12 de mayo de 1998
Cálido homenaje al maestro Antonio González
Con motivo de su jubilación, sus compañeros docentes le hicieron un cálido homenaje en mayo de 1998, entonces lo llamaron "maestro modelo", y todos se volcaron en palabras para agradecerle su tarea y reconocer el gran trabajo que había venido desempeñando en pro de la enseñanza y los docentes en Ubrique.
La cena homenaje fue en El Almendral, y allí se reunieron muchísimos compañeros y amigos que no quisieron perder la oportunidad de felicitarlo.
Crónica del homenaje a Antonio González
Realizada por María de los Ángeles López
Publicada en Ubrique Información en mayo de 1998
"El colectivo de maestro ubriqueños se reunió el pasado viernes para ofrecer una entrañable cena-homenaje a Antonio González Torres por su dedicación al magisterio en la localidad.
En el acto estuvieron presentes más de cien personas entre maestros y profesores de lso colegios e institutos locales, sus directores, representantes de cada una de las APAs del colegio donde ejerció como docente y director la mayor parte de su carrera profesional, la antigua Escuela Redonda, así como sus hijos y familiares.
Asistió al encuentro, en sustitución del Delegado Provincial de Educación Salvador Pagán, Ceslo Laviádez, jefe del Servicio de Ordenación Eduactiva, quien le impuso a González Torres la Medalla de Plata honorífica de la Junta de Andalucía... Es la primera vez que se concede este galardón y esta insignia, que representa al magisterio, se podía leer:
A don Antonio González Torres, maestro, de sus compañeros y compañeras
por su labor humana y pedagógica. Con afecto.
Insignia que representa al magisterio
Ofrecida por los compañeros de Antonio
En esta ocasión, y después de las entrañables palabras de sus compañeros Antonio Martel y Miguel Ángel Gálvez, Antonio agradeció muchísimo este homenaje y reconoció abiertamente que había elegido ser de Ubrique porque se había enamorado de este pueblo y de una ubriqueña, Conchi Pérez Sánchez de Medina.
Todos los medios de comunicación locales y provinciales se hicieron eco de este homenaje tan sonado en su momento. Antonio era una persona muy querida y apreciada en el pueblo, por muchas generaciones. Había ayudado a todos, y había contribuído notablemente a instaurar las enseñanzas medias en Ubrique, haciendo una gran labor, no solo académica, sino humana, que hoy todos reconocemos.
Muchas veces nos preguntamos en qué están pensando nuestros dirigentes locales cuando miran hacia otro lado en lugar de reconocer públicamente los méritos de los que nos precedieron. No nos explicamos por qué no les dedican una placa, un rincón, una calle a aquellos que realmente lo merecen.
No nos explicamos cómo mantienen calles con el nombre de algunos represores de la guerra, o por qué hacen que una plaza se llame "Radiotelevisión Española", por ejemplo, o cómo es que se llama una calle "Ministro Francisco Fernández Ordóñez" hombre muy importante para el país, pero que no tuvo ninguna relevancia para nuestro pueblo en concreto, y no la dedican a un querido ubriqueño, de corazón y de adopción.
Si algún día hay un nuevo barrio, una nueva zona, pedimos a los que nos gobiernen en ese momento, que miren hacia el interior. Tenemos maestros y maestras que han desempeñado una tarea magnífica en el pueblo: Antonio González, Manuel Janeiro, María de los Ángeles Janeiro, Manuel Cabello, Bartolomé Pérez, Rosario Corrales ... y una lista considerable de personas destacadas.
Tenemos artesanos, pintores, médicos, fotógrafos, repujadores, músicos. Todo un elenco de personas representativas.
Y entre tanto, mientras esperamos a que haya calles para nombrar, una placa en la fachada, un nombramiento oficial, un listado de ubriqueños prestigiosos, quizás elegidos por sufragio popular, quizás sugeridos por las instituciones del pueblo.
En cualquier caso, don Antonio González Torres se ha hecho acreedor del reconocimiento, de la gratitud y del cariño de muchas generaciones de ubriqueños y ubriqueñas que, agradecidos, no olvidarán a quien tanto hizo por nuestra formación y nuestro aprendizaje.
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Nota del día 13 de junio: Como en otras ocasiones, hemos enlazado esta entrada con el grupo de Facebook "Ubrique en el recuerdo", y trasladamos aquí los comentarios que han hecho los ubriqueños:
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4 comentarios:
Muchísimas gracias Esperanza. Te doy las gracias como ubriqueño por mantener vivas a las personas y a la historia de nuestro pueblo. Y también te agradezco enormemente el homenaje y las bonitas palabras que le has dedicado a nuestro padre.
Yo os doy la enhorabuena a todos, a toda la familia, porque habéis tenido la suerte de tener unos padres extraordinarios y de vivir la fascinante experiencia de una fantástica familia numerosa.
Gracias Esperanza por tu labor y dedicación. Es hermoso y gratificante lo que haces para los que leemos. Imagino que para ti también. Desde la distancia, te animo a seguir. Mi padre, por su esfuerzo y dedicación en su trabajo como maestro y como padre, ha sido y es espejo para mi. También don Bartolo, mi tio y padrino. Sin esfuerzo nada tiene valor. Te reitero mi gratitud.
Gracias a ti por tus palabras. Sé que todos los hermanos adoráis a vuestros padres. Y tu madre es una mujer fabulosa. Besos
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