Por Esperanza Cabello
Siempre es difícil, y a la vez da mucha alegría, asistir a la jubilación de un compañero. Tantos años dedicado a la enseñanza, tantos chavales que han recibido sus enseñanzas y que han compartido buenos y malos momentos, tantos compañeros, de paso o para siempre...
Detrás de cada maestro o maestra que se jubila hay toda una vida no solo de esfuerzo y trabajo, sino de conquistas, de luchas, de sinsabores y de miedos, de maravillosas alegrías y de miles de momentos de emoción.
Y cuando el futuro "ocioso" es alguien de la categoría de nuestro compañero Luis Velasco Ortega, esas experiencias se multiplican hasta el infinito.
Hombre discreto y tranquilo, mañoso, meticuloso y observador, Luis es un apasionado de la ciencia, pero al mismo tiempo es un humanista en todos los sentidos.
Gran lector, autor de muchos trabajos relacionados con la botánica, experto en la flora de nuestra serranía, ha publicado dos libros sobre orquídeas: Orquídeas de la serranía de Grazalema, en 2004 y
Orquídeas del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, en 2008 (en este enlace podemos ver la presentación).
Luis deja Las Cumbres después de más de veinte años formando a hombres y mujeres de ciencia, dejando tras de sí una estela de bonhomía, de buenas prácticas, de infinita paciencia y de mucho tesón. Hoy, cuando una representación de alumnos y alumnas del centro ha acudido, junto a los compañeros y amigos de Luis, hemos podido ver de cerca el cariño y la admiración que sienten por él.
Fotografía de Manolo Castro
Francisco Añón, de segundo de bachillerato, ha agradecido, en nombre de todos sus alumnos, la dedicación y la profesionalidad de Luis, y ha lamentado su partida, al tiempo que se ha mostrado sitisfecho por haber sido su alumno en estos últimos años.
Fotografía de Manolo Castro
Luis, tranquilo pero emocionado, ha agradecido todas las muestras de afecto y ha bromeado en su despedida, haciendo alusión a su "futura vida" y a las nuevas actividades a las que dedicará su tiempo.
Como ya es casi "habitual" en el centro, uno de los regalos para los "recién jubilados" es un óleo de José Antonio Martel, en este caso, nuestro artista ha elegido un paisaje nevado, muy del agrado de Luis.
Los actos de homenaje y de admiración se han seguido sucediendo a lo largo de la mañana y han continuado durante toda la tarde.
Hemos organizado una comida en su honor justo en Las Cumbres, pero en la viña que está enfrente del centro, un buen lugar para reuniones y celebraciones.
Y durante la comida se han sucedido las muestras de cariño, desde la lectura del poema que Bartolomé Pérez Sánchez de Medina le ha dedicado en nombre de todos, conociendo el amor de Luis por la poesía (disciplina en la que se defiende muy bien). Ha sido Rafael el encargado de leer los versos, haciendo que todos sonriéramos al oírlo.
También ha sido el momento de la entrega simbólica de llaves y, lo que es aún mejor, la tarjeta de picar.
Fotografía de Manolo Castro
A partir de mañana se terminaron para él los horarios, los timbres, los exámenes, las correcciones, los conflictos en el aula, las competencias clave (o básicas, que aún estamos a caballo entre las dos leyes), las programaciones, las UDI, los claustros, las sesiones de equipos educativos...
Pero también se terminan los cafés en los recreos, los sonetos satíricos sobre el instituto, las charlas, las buenas clases, los buenos momentos con los compañeros.
Y para los que seguimos, queda la alegría y la satisfacción de haberlo tenido como compañero, de haber vivido junto a él tantos buenos ratos, de haber aprendido siempre algo más de su talante, de su manera de ser, de su saber estar, de su amor a los libros, de sus robots, de sus orquídeas, de su poesía.
¡Buena suerte, amigo!
Fotografías de Manolo Castro
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