Esperanza Izquierdo Fernández con su hija Esperanza
Ubrique, marzo 1970
Por Esperanza Cabello
Hace ya nueve meses que nuestra madre no está con nosotros, esta es una fecha triste y lamentable, que nos provoca mucha nostalgia y que, sin embargo, comienza a ser diferente.
Aún hay miles de momentos en el que la falta de nuestra madre es muy difícil, pero también hay muchísimos instantes de sonrisas, de agradecimiento, de recuerdos magníficos, de ejemplaridad.
Y es que poco a poco vamos convirtiendo a nuestros seres queridos, cuando ya no están, en personas inolvidables. Debe de haber algún tipo de mecanismo del cerebro que nos haga olvidar las cosas malas y nos permita mitificar e idealizar a los que ya no están.
Por eso para todos y cada uno de nosotros nuestros padres y nuestras madres se convierten, con el paso de los años, en nuestros modelos a seguir, sobre todo si, como es el caso, se trata de personas excepcionales y ejemplares.
En las últimas semanas hemos pensado mucho en el carácter de nuestra madre. Desprendía bondad y sosiego a partes iguales, y esas cualidades hacen que pensemos en ella cada vez más con una sonrisa y con cientos de buenos recuerdos.
Aunque poco a poco vayamos perdiendo la memoria hay instantes que se quedan grabados en el fondo de nuestros recuerdos, y basta un simple detalle, como esta fotografía, para que esos instantes revivan como si hubieran pasado hoy mismo, en un día soleado de primavera.
Siempre la echaremos de menos, han sido tantos años a su lado que el vacío se ha hecho demasiado grande, pero nos gusta echarla de menos con una sonrisa, con un buen recuerdo.
Siempre con nosotros, mamá 💜
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