"Para Diego Arenas Pozo
Picasso
el 16-8-64"
Aunque sea una historia insólita, se trata de esos relatos de los que siempre hemos oído hablar pero nunca habíamos tenido la ocasión de concretar. Sabíamos, por un familiar de Diego Arenas, que la familia custodiaba en lugar seguro una cartera de Ubrique absolutamente excepcional: una cartera autografiada por Picasso y dedicada al fabricante de artículos de piel ubriqueño.
Ahora, gracias a este artículo que Robustiano del Canto escribiera en Ubrique Información en mayo de 1995, podemos conocer los detalles de esta curiosa e insólita anécdota.
Por Robustiano del Canto
Ubrique Información. Mayo 1995
Apuntes taurinos del célebre Picasso en una cartera de
Ubrique
Ubrique Información. Mayo de 1995
En la temporada taurina del año 1964, un cordobés y residente en
Barcelona acudía con frecuencia al sur de Francia como picador de la cuadrilla
del diestro Manuel Benítez “El Cordobés”. Este hombre, conocido como Paco
Carbonero, conocía a Diego Arenas Pozo y a su vez a Pablo Ruiz Picasso, por lo
que gracias a este picador, el fabricante de artículos de piel pudo conseguir
un apunte taurino y una dedicatoria del célebre pintor malagueño sobre una
cartera de Ubrique.
Por Robustiano del Canto
El mundo del
viajante es de un ambiente ampliamente abierto. A veces, las amistades que se
hacen perduran a lo largo del tiempo. Este es el caso anecdótico de Paco
Carbonero y Diego Arenas Pozo; picador de la cuadrilla del torero Manuel
Benítez “El Cordobés”, uno, y comerciante de artículos de piel y propietario de
la cartera en cuestión, el otro.
Diego Arenas no
llegó nunca conocer personalmente a
Pablo Ruiz Picasso, pero, gracias a la amistad que le unía con el citado
picador, consiguió un apunte y una dedicatoria del famoso pintor sobre una
muestra de cartera hecha en Ubrique.
Claro está que
Paco le debería explicar al artista las circunstancias por las que dicha
cartera había llegado a sus manos. Todo lo hizo por la amistad íntima que le
unía con el fabricante de petacas. Picasso, posiblemente, conociera Ubrique de
oídas, pueblo de su querida Andalucía, de renombrada artesanía en cuero y
mundialmente conocido por sus petacas y carteras. Esto, quizás, le impulsó a
satisfacer los deseos del picador. El universal artista no dudó en coger su
bolígrafo o su pluma estilográfica y decidido y nervioso hizo un apunte taurino
y un autógrafo sobre una cartera. El pintor era ya algo anciano, como muestra
su caligrafía, algo temblorosa y con la fecha del año rectificada.
Yo le encuentro al
dibujo del toro mucha nobleza, aunque tiene unos rasgos muy característicos de
novillo joven, sonriendo éste; parece que, en vez de querer embestir al
picador, quisiera acariciarle mejor, demostrando así Picasso la amistad que le
unía con su amigo Paco Carbonero.
El pintor demuestra esta cualidad, unas
veces en lo bueno y otras en lo trágico, como en el gran cuadro del Guernica.
Como buen malagueño y al igual que sus paisanos, el gran artista poseía una
sencillez, un humor y unas cualidades humanas excelentes, ya que se
familiarizaba con todos.
Decía mi amigo
Diego Arenas Pozo que nunca se imaginó que llegaría a tener entre sus manos una
obra de arte de tal magnitud. Las cosas suceden así. Un día de los muchos que
se iba a tomar copas con su amigo el picador, dialogando y ya los dos un poco
alegres, le dijo Paco a Diego: yo cuando voy a picar toros a Francia veo a mi
amigo íntimo Pablo Picasso, y si tú quieres algo de él, un autógrafo, por
ejemplo, se lo puedo pedir. Pero, mira por donde, Diego tenía en el bolsillo
una muestra de cartera y le dijo: Tómala, llévasela y que me la dedique, pues
basta que sea tu amigo para que haga lo que tú le pidas.. Y así fue.
Lo cierto es que
Diego se vino de Barcelona para regresar a Ubrique. Ya no se acordaba de nada,
pues se toman copas y se habla de todo en los viajes. Y lo que no se imaginaba
es que a las varias semana la señora de Paco, que era clienta de éste y tenía
una tienda de bolsos, hizo un paquete que le mandó al fabricante y donde venía
la cartera dedicada por Picasso. Ahí está la amistad que unía al viajante y al
picador.
Según entendió
Diego por su amigo Paco, este apunte y dedicatoria a la cartera se lo hizo Picasso en su estudio
del Pirineo francés, pues él lo trataba porque le llevaba y traía encargos a
sus amigos del mundillo taurino al mismo Picasso. Paco le agasajaba con algún
obsequio, pasas de Málaga o chorizos de Montejaque, ya que todo lo que fuera de
su tierra andaluza le encantaba. Este pintor siempre iba acompañado y era
difícil hablar con él en la calle y mucho menos en las plazas de toros, pues
terminadas las corridas montaba en su coche y se dirigía siempre a su
residencia. Así lo entendía Diego por las manifestaciones que posteriormente le
hizo Paco Carbonero.
El fabricante, de
momento, le escribió a su amigo y le dio las gracias, y en un nuevo viaje de
negocios que hizo a Barcelona se llevó consigo la mencionada cartera. Hubo un
señor que le ofreció una importante suma de dinero por el artículo en cuestión,
aunque éste le contestó que por nada del mundo la vendería, pues pensó que
tenía mucho más valor por el hecho de tratarse de tan destacado personaje.
Diego no era
experto en pintura, pero el hecho de que el apunte hubiera sido realizado por
las manos de Picasso ya no significaba un homenaje hacia su humilde persona o
hacia su amigo el picador, sino un homenaje al pueblo de Ubrique y al artesano
marroquinero. Picasso era un buen andaluz y siempre quiso agradecer su sincera
amistad a través de su pintura.
La narración de
esta anécdota sobre el autógrafo se la quiero dedicar a mi amigo de la infancia
Diego Arenas Pozo.
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