Esta es la ficha que sobre el convento de Ubrique podemos leer en este enlace: la base de datos del
Patrimonio Inmueble de Andalucía
Convento de Capuchinos
El Santuario de Ntra. Sra. de los Remedios ocupa todo el lado norte del Convento. Para llegar a él hay que atravesar una pequeña plazuela, bordada de cipreses, en cuyo centro hay un monolito con una cruz de forja que perteneció al viacrucis de Fray Buenaventura S.XVII (se considera que esta cruz señalaba el inicio del viacrucis que partía desde el santuario hacia el camino del Calvario), y pasar por un pequeño pórtico arcado.
Tanto la mole conventual como la Iglesia Santuario poseen unos curiosos contrafuertes exteriores, al igual que en los monumentos románicos. una de las paredes que lo conforma existe un retrato en cerámica sevillana, a manera de mosaico, que representa al Beato Fray Diego de Cádiz, hijo de Ubrique.
El templo, reformado tras los incendios sufridos en 1936, consta de una amplia y elevada nave con una bóveda de cañón, y una cúpula en el altar mayor de media naranja, donde la sencillez es el factor determinante (ésta se debe a que los incendios sufridos dejaron a la ermita totalmente despojada del altar e imágenes, debiendo ser sustituidos a partir de los años 40). En dicho altar, sobre una pared lisa y encalada, hay dos nichos con adornos marmóreos, uno de los cuales lo preside la imagen de la Patrona Virgen de los Remedios, y el otro un Cristo Resucitado. Hay dos pequeñas peanas, también ribeteadas con mármol, destacando sobre una de ellas una pequeña imagen de San Rafael. Cubriendo los laterales existentes a la altura del Resucitado hay dos muestras pictóricas del S. XVIII. Una representa a S. Miguel Arcángel y la otra a la Piedad. Dichas "andas" han sido restauradas en 1991 con los donativos de los ubriquenses.
Del convento sólo hemos incluido en esta ficha la Ermita del mismo. Los muros son de mampostería (piedra, barro y cal). La bóveda de cañón que cubre la nave de la ermita es de ladrillo y cemento, al igual que la cúpula de media naranja que cubre el altar mayor. El armazón de las techumbres es de vigas de madera y ladrillo, y la cubierta es de teja árabe. Los muros son de mampostería (piedra, barro y cal) de unos 50-60 cm. de grosor. La bóveda de cañón que cubre la nave de la ermita es de ladrillo y cemento, al igual que la cúpula de media naranja que cubre el altar mayor. El armazón de las techumbres es de vigas de madera y ladrillo, y la cubierta es de teja árabe. Los del patio son de cemento, mientras que los del interior de la ermita son de mármol blanco con unas líneas en mármol rojo que señalan el pasillo a cuya derecha e izquierda están distribuidos los bancos utilizados para sentarse en las celebraciones.
En el lateral derecho existen tres ventanas que iluminan de manera escasa el interior de la nave; la puerta de entrada a la ermita es de madera. Toda la Ermita está encalada. Hay una cruz de forja situada en el patio del santuario; un retrato en cerámica sevillana en una de las paredes que conforma el pórtico arcado a través del cual se accede al interior de la ermita, a modo de mosaico, que representa al Beato Fray Diego de Cádiz, hijo de Ubrique. Es un altar de cerámica donado por la Hermandad del Gran Poder de Sevilla, de la que era hermano, en conmemoración del segundo centenario del nacimiento (1742) de este hijo de Ubrique.
Este inmueble es de enorme interés etnológico. En primer lugar ha sido la sede de la Patrona de la localidad desde su construcción, convirtiéndose en un referente local de enorme importancia. A la dimensión social del inmueble, se le debe añadir el valor de la construcción y la conjunción de la ermita con su patio delantero y el verdor que la rodea, constituyendo sin lugar a dudas un lugar de interés etnológico que debiera ser catalogado mediante su introducción en el C.G.P.H.A. De esta manera se evitaría una próxima remodelación ya aprobada por el ayuntamiento, pendiente de la llegada de fondo, que dejaría a este santuario sin el patio que tiene en la parte delantera y a través del cual se accede. Este patio junto con la Ermita configura un espacio propio, siendo éste de enorme interés etnológico.
El Santuario de Ntra. Sra. de los Remedios ocupa todo el lado norte del Convento. Para llegar a él hay que atravesar una pequeña plazuela, bordada de cipreses, en cuyo centro hay un monolito con una cruz de forja que perteneció al viacrucis de Fray Buenaventura S.XVII (se considera que esta cruz señalaba el inicio del viacrucis que partía desde el santuario hacia el camino del Calvario), y pasar por un pequeño pórtico arcado.
Tanto la mole conventual como la Iglesia Santuario poseen unos curiosos contrafuertes exteriores, al igual que en los monumentos románicos. una de las paredes que lo conforma existe un retrato en cerámica sevillana, a manera de mosaico, que representa al Beato Fray Diego de Cádiz, hijo de Ubrique.
El templo, reformado tras los incendios sufridos en 1936, consta de una amplia y elevada nave con una bóveda de cañón, y una cúpula en el altar mayor de media naranja, donde la sencillez es el factor determinante (ésta se debe a que los incendios sufridos dejaron a la ermita totalmente despojada del altar e imágenes, debiendo ser sustituidos a partir de los años 40). En dicho altar, sobre una pared lisa y encalada, hay dos nichos con adornos marmóreos, uno de los cuales lo preside la imagen de la Patrona Virgen de los Remedios, y el otro un Cristo Resucitado. Hay dos pequeñas peanas, también ribeteadas con mármol, destacando sobre una de ellas una pequeña imagen de San Rafael. Cubriendo los laterales existentes a la altura del Resucitado hay dos muestras pictóricas del S. XVIII. Una representa a S. Miguel Arcángel y la otra a la Piedad. Dichas "andas" han sido restauradas en 1991 con los donativos de los ubriquenses.
Del convento sólo hemos incluido en esta ficha la Ermita del mismo. Los muros son de mampostería (piedra, barro y cal). La bóveda de cañón que cubre la nave de la ermita es de ladrillo y cemento, al igual que la cúpula de media naranja que cubre el altar mayor. El armazón de las techumbres es de vigas de madera y ladrillo, y la cubierta es de teja árabe. Los muros son de mampostería (piedra, barro y cal) de unos 50-60 cm. de grosor. La bóveda de cañón que cubre la nave de la ermita es de ladrillo y cemento, al igual que la cúpula de media naranja que cubre el altar mayor. El armazón de las techumbres es de vigas de madera y ladrillo, y la cubierta es de teja árabe. Los del patio son de cemento, mientras que los del interior de la ermita son de mármol blanco con unas líneas en mármol rojo que señalan el pasillo a cuya derecha e izquierda están distribuidos los bancos utilizados para sentarse en las celebraciones.
En el lateral derecho existen tres ventanas que iluminan de manera escasa el interior de la nave; la puerta de entrada a la ermita es de madera. Toda la Ermita está encalada. Hay una cruz de forja situada en el patio del santuario; un retrato en cerámica sevillana en una de las paredes que conforma el pórtico arcado a través del cual se accede al interior de la ermita, a modo de mosaico, que representa al Beato Fray Diego de Cádiz, hijo de Ubrique. Es un altar de cerámica donado por la Hermandad del Gran Poder de Sevilla, de la que era hermano, en conmemoración del segundo centenario del nacimiento (1742) de este hijo de Ubrique.
Este inmueble es de enorme interés etnológico. En primer lugar ha sido la sede de la Patrona de la localidad desde su construcción, convirtiéndose en un referente local de enorme importancia. A la dimensión social del inmueble, se le debe añadir el valor de la construcción y la conjunción de la ermita con su patio delantero y el verdor que la rodea, constituyendo sin lugar a dudas un lugar de interés etnológico que debiera ser catalogado mediante su introducción en el C.G.P.H.A. De esta manera se evitaría una próxima remodelación ya aprobada por el ayuntamiento, pendiente de la llegada de fondo, que dejaría a este santuario sin el patio que tiene en la parte delantera y a través del cual se accede. Este patio junto con la Ermita configura un espacio propio, siendo éste de enorme interés etnológico.
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1 comentario:
Eduardo Janeiro
Colaborador destacado
Casi toda mi vida escolar la pasé en la Escuela del Convento. Eramos 60 alumnos los que tenía el Maestro Nacional D. Manuel Janeiro Carrasco, que recientemente había terminado Magisterio, eran los años 48 o 49. Se llamaba escuela Parroquial. Y el párroco D. Rafael Jiménez Cárdenas.
Recuerdo, que cuando jugábamos en el patio de entrada, era totalmente de chinas del río. Y no puedo olvidar la Palmera, que más de uno se subió con un correa en los pies y los baños que nos dábamos en Albercas que había.
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