lunes, 23 de abril de 2012

Mateo Zapata Vázquez, un payoyo ubriqueño.

Mateo Zapata Vázquez


Por Esperanza Cabello

Nuestra búsqueda de cafés y cafeteras nos ha acercado un poquito más a un hombre extraordinario, cuya historia es verdaderamente excepcional, que tiene una memoria formidable y que es, seguramente, uno de los ubriqueños (nacido en Villaluenga del Rosario) de más edad que aún conduce y que continúa con su vida profesional. Mateo sigue el día a día en el taller de su hijo Sebastián Zapata.

Mateo Zapata junto a la Pila de la Plaza


Mateo nació en Villaluenga del Rosario el seis de junio de 1927. Sus padres eran Sebastián Zapata Fernández y María Vázquez Marín. Su padre era albañil, encargado de la eléctrica de la sierra, y tenían nueve hijos. Era una época muy dura, llegaron los años de la guerra y de la posguerra y apenas tenían qué comer.
 
Mateo recuerda que con diez añillos iba a coger tagarninas para llevárselas a su madre. Las preparaban, las pelaban... y después se comían las tagarninas y las peladuras, de hambre que pasaban, como tantas y tantas familias de la sierra en aquellos años.


La familia Zapata Vázquez al completo
Villaluenga del Rosario , 1936


Su tía, Isabel Vázquez Marín, que trabajaba en Ubrique en la fonda de Cañaílla, le buscó una colocación en Ubrique. Llegó a nuestro pueblo a trabajar el dieciséis de marzo de 1941, con doce añillos, y ha trabajado, desde entonces, todos los días de su vida, sin parar ni uno, ni siquiera el día de su boda, que por la noche tuvo que trabajar también como trasportista.



En la feria de Ubrique, con sus hermanos



Su primera colocación, en 1941, fue en el café de Pendón. Su jefe, Juan Domínguez Pendón, fue su primer patrono, lo colocó para hacer faenas, mandados, encargarse del agua, de la limpieza y empezar a servir. Mateo vivía, comía -poquillo entonces, que no había mucho- y dormía en el café.
En 1942, viendo que el chiquillo era "espabilao", Rodrigo Orellana lo contrató para el bar la Pila, justo a la izquierda de la pila de la Plaza. Mateo se encargaba del bar como un adulto, era capaz de servir las mesas, preparar los cafés y estar pendiente de todos los que entraban en el establecimiento. Nos cuenta que iba a tostar el café que traían las matuteras de Gibraltar a una tostadora que su patrón tenía en el patio de la casa de la calle Cañito. Preparaba una candela de leña y sobre las ascuas tostaba el café que después molía con un molinillo de dos asas.


 En la pila de la Plaza, años cincuenta



En 1947 se fue a trabajar al Casino de Ronda, donde estuvo solo un año, porque en 1948 lo llamaron a filas. Tuvo que ir a Zaragoza, pero nada más llegar lo volvieron, porque tenía los pies planos.
De vuelta a Ubrique empezó a trabajar en casa Barrera, el bar de la calle del Agua, allí trabajó desde 1948 hasta 1951.


Casa Barrera, con la cafetera exprés de la época



En 1951 Mateo cambió de profesión y comenzó como transportista en El Bosque con Matías Ramírez.
En 1953 volvió a Ubrique, y empezó a trabajar con la empresa de Transportes León hasta 1985.



 El camión de Transportes León con Mateo Zapata sobre  la carga
Ubrique, 1954-1955

Precisamente de su trabajo con esta empresa de transportes conocemos a Mateo. stuvo trabajando muchísimos años como transportista para la fábrica de nuestro abuelo Leandro, pueden leer su historia pinchando en este enlace. Mateo sigue mostrándonos, con orgullo, el escritorio de nuestro abuelo, que él recuperó y conserva  en su trabajo, y una cartera de cocodrilo de las de la fábrica, de aquellas de cocodrilo "auténtico" que eran la joya de la marroquinería ubriqueña.


Desde que se jubiló como transportista Mateo ha estado trabajando en el taller de automóviles con su hijo Sebastián y con sus tres nietos, si dejar de trabajar ni un solo día de su vida.


 Mateo Zapata en la feria


Es increíble cómo una persona puede estar tan pendiente de su trabajo y también de su familia. Mateo se trajo a sus padres y a sus ocho hermanos a Ubrique en 1945, viendo que aquí podía echarles bien una mano.
No se imaginan dónde vivían: en la ermita de San Juan, en el piso superior. Ignorábamos quiénes habrían sido los últimos habitantes de esta ermita y ahora sabemos que la familia Zapata Vázquez fue la última que la habitó. Sebastián recuerda cómo su tío entregó hace relativamente poco tiempo la llave al ayuntamiento.
 Memi Bernal nos ha traido una postal con una receta de "Caldo Santo"procedente del San Juan, nos preguntamos la posibilidad de que sea incluso de la madre de Mateo.


La familia Zapata Vázquez en su domicilio ubriqueño
El interior de la ermita de San Juan

En  junio de 1952 Mateo se casó con María Ordóñez López, se fueron a vivir junto al Peñón de la Becerra, y allí nació su primera hija, María, más tarde nacerían Rafi, Sebastián y María José, pero ya en otras casas, porque la familia se mudó pronto a la zona más baja del pueblo, estuvieron viviendo junto a los Grupos Escolares, en una casa que aún se conserva tal como era entonces.



Ubrique en expansión a finales de los años cincuenta
Se ve el campo de fútbol de San sebastián, los Grupos Escolares
y las casas de la carretera Nueva



Mateo Zapata es un hombre cordial y atento, dedicado a los suyos y a su trabajo toda la vida. Posee una memoria prodigiosa y nos llama poderosamente la atención cómo recuerda hasta los más mínimos detalles de las situaciones y de las personas. Nos despedimos de él en el taller que su hijo Sebastián Zapata tiene en la cañada de los Gamonales, rodeado de su hijo y sus tres nietos, que han heredado de Mateo la pasión por la mecánica y el trabajo bien hecho.



El seat 1500 de Mateos Zapata
Actualmente en el taller, además de dedicarse a los coches nuevos,
restauran y recuperan vehículos históricos.


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3 comentarios:

Jose Manuel A.V. dijo...

Había coincidencias pero he esperado a cerciorarme. Después de consultar con un tío mayor de mi mujer (Marian) resulta que María Vázquez Marín era prima de su abuelo (José Vazquez Naranjo, que era hijo único y de Grazalema). Como el abuelo se vino de niño a Jerez (a trabajar como zapatero) no conocía bien al resto de su familia. Al cabo de los años (años 50) su hijo Antonio fué mandado a Ubrique para arreglar unos camiones. Conoció a Mateo Zapata Vázquez y dándole vueltas resultó que eran primos segundos. Desde entonces se mantiene cierta relación entre las familias. Yo llegué a conocer al hermano de Maria Vazquez. Se llamaba Mateo y vivía en Villaluenga, a la entrada del pueblo. Vaya coincidencia familiar después de leer tantas entradas en este entrañable blog. Ya hablaremos mas del tema.

Esperanza Cabello Izquierdo dijo...

El mundo es un pañuelo de verdad. no te puedes hacer una idea del montón de relaciones familiares entre Jerez y la Sierra que hay.
Lo que me ha parecido más curioso es que los hayas relacionado...
Por cierto, Mateo Vázquez hizo la mili con mi abuelo, y también eran amigos. ¡Un auténtico pañuelo!

Zolthun dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.