Extracto del padrón de 1906. Familia de don José Cabello Medina, cura párroco de Ubrique
Gentileza de Manuel Zaldívar
Por Esperanza Cabello
Nuestro amigo Manuel Zaldívar nos ha enviado de nuevo un documento que nos ha emocionado. Se trata de una hoja del padrón de 1906 del Ayuntamiento de Ubrique en el que consta la familia del cura párroco, don José Cabello Medina, natural de Sedella (Málaga), de 49 años de edad, domiciliado en la calle del Perdón, número 44.
En la misma casa vivía su cuñada Joaquina Orellana Artacho, nuestra bisabuela, natural de Cuevas Bajas (Málaga), de 37 años de edad, recién llegada a Ubrique desde Argentina, donde su marido, Francisco, acababa de morir.
También vivían allí sus hijos: Joaquina, la mayor, de 14 años, nacida en Chinchon, provincia de Santa Fé, en Argentina; Guadalupe, de 12 años, nacida también en Chinchon; José, de 8 años, nacido en Pilar, Argentina; Francisco, de 6 años, nacido en San Carlos, provincia de santa Fé; Elena, de 4 años, nacida en San Germán; y Miguel, de 2 años, nacido en recreo, provincia de Santa Fé, Argentina.
También vivía con ellos Antonia Montero Zarco, suponemos que sería el ama del párroco, de 39 años, nacida en Ubrique.
Hay una historia muy curiosa qu eno queremos que se pierda: cuando murió su marido, nuestra bisabuela se vino desde Argentina a Ubrique, donde estaba destinado su cuñado, el cura párroco de Ubrique, don José Cabello Medina.
Suponemos que debió de ser un viaje atroz, entre la tristeza de la muerte del cabeza de familia, la pena de dejar aquel lugar en el que habían vivido los últimos veinte años y lo larguísimo del viaje en barco, en tren, en autobús, en camiones... y andando. Porque a principios de siglo ni siquiera había carreteras hasta Ubrique. Se entraba por la calzada de las Cumbres entonces al pueblo.
Seguramente don José estaba esperando a la familia, y habría cierta expectación en el pueblo, el cura ya llevaba unos quince años aquí y habría explicado que llegaban su cuñada y sus sobrinos.
Al verlos llegar desde el Benalfí un grupo de muchachos, entre los que se encontraba Francisco Rojas, se acercó a darles la bienvenida, y Rojas cogió en hombros a nuestro abuelo Paco, que solo tenía seis añillos y vendría muy cansado.
Francisco Rojas, el pregonero de Ubrique
Gentileza de María Domínguez
Rojas entró el primero en el pueblo con el niño en los hombros, anunciando que ya habían llegado los argentinos, e imaginamos a la gente saliendo a la calle a ver cómo eran los sobrinos del cura.
Hemos oido esta linda historia muchísimas veces de labios de nuestro padre y de nuestra madre, pero no sabíamos quién era Rojas, el pregonero.
Ahora, por gentileza de María Domínguez, (era su tío abuelo) tenemos esta imagen de Francisco Rojas, el pregonero del pescado, archiconocido en el pueblo porque los días en los que se vendía el pescado (que traían de Manilva, primero los burros con su carga de pescados y nieve, después el tren hasta Cortes) Rojas voceaba por el pueblo qué pescados había y cuánto valían... "Sardinas a dos" "Jureles a tres" (pesetas, se sobreentiende).
A Francisco le gustaban mucho los niños, aunque no pudo tener hijos, suponemos que nuestro abuelo lo recordaría siempre por haber sido el primer ubriqueño que lo saludó y lo recogió en hombros a la entrada en el pueblo.
.
3 comentarios:
Que hitoria mas vonita y emotiva hasta he llorado pues a ser la mas pequeña no sabia como habian llegado que bien te explicas sigo diciendo que eres unica Bssss
No me puedo imaginar como fue ese viaje de regreso, bueno si, un poco, ahora yo tardo 14 horas de avión, 6 de aeropuerto, 4 de coche,.... en total 24 horas.... todos ellos sin contar paros o huelgas en los aeropuertos jejeje Había que estar en esa época!!!
Muchos besos desde Argentina....
Habría que ver la voluntad, la fuerza y la ilusión que tendrían todos.
Besos para ti, sobri, y para ti, tita.
Publicar un comentario