Mi hermano Manolo, por José María Cabello
In brevi implevit multa ("en poco tiempo realizó muchas
cosas" -del libro de los Proverbios-).
Con honda emoción y mi obligado
agradecimiento recibo la noticia de la entrega -por parte del
Ayuntamiento de Ubrique- de una medalla a mi cuñada Esperanza y a mis
sobrinos en memoria de mi hermano Manolo (don Manuel Cabello Janeiro)
con motivo del Día de Andalucía.
Acto de estricta justicia, aunque tardío
y no solo por su memoria sino en reconocimiento a sus hijos, quienes
-mediante el blog informatico abierto para la familia Cabello Izquierdo-
han conseguido mantener vivo su recuerdo despues de doce años de su
fallecimiento.
Y al hilo de este acontecimiento y como testigo de
excepción, se me amontonan vivencias compartidas con mi hermano,
uniéndome así al permanente homenaje a su persona que
aportan al blog familiar tantos paisanos que le concieron y
admiraron.
Mi hermano Manolo y yo mantuvimos vidas paralelas, aunque
discontinuas, por diferencias de tiempo y de nuestras circunstancias
personales. Con poco mas de un año de diferencia por edad compartimos
juegos, estudios y diversiones. Pero con perfiles diferentes. Manolo fue
siempre el jefe, yo nunca pasé del pelotón. Inquieto, travieso e
improvisador él; tranquilo, endeble fisicamente e incansable lector,
yo. A mi hermano le encantaban las ciencias y a mí me gustaban mucho más
las letras. Mi hermano fue futbolero "der betis de su alma", a mí -como
mucho- el Sevilla y siempre la fiesta de los toros que él detestaba. Él
estuvo interno en los Salesianos de Ronda y en los Escolapios de Sevilla.
A mí,. me "tocó ir" al Seminario de Málaga, donde pasé parte de mi
infancia (ingresé con nueve años) mi adolescencia y toda mi juventud.
Desde entonces nuestras vidas se diferenciaron. Mantengo
hasta lo mas profundo mis raíces ubriqueñas, aunque -en realidad- no he
pasado sino temporadas bien cortas en mi pueblo. Mi hermano sí que ha
sido ubriqueño hasta sus huesos. Y ubriqueño ejerciente que se convirtió
en uno de los mejores investigadores de su historia y el gran
divulgador de su patrimonio.
Por ello se ha hecho acreedor no solo al
cariñoso recuerdo de quienes le concieron, sino del recuerdo pernanente
que la historia reserva para los mejores, aunque la visión miope de
algunos politicos locales hayan obstaculizado su desarrollo.
No es
fácil sintetizar la poliédrica personalidad de mi hermano. A mí me gusta
concretar toda su diversa actividad en la de un auténtico poeta. Y no
solo por la belleza literaria de sus escritos (recuerdo a este respecto
una participación suya en un concurso de la marina española, de magnífica
factura) sino por el sentido original y etimológico de esa palaabra que
proviene del griego "poein" y que
significa hacedor, inventor o descubridor. Y todo ello fue mi hermano,
que a todo lo que relizaba lo hacía suyo.
Y de su vida profesional
-iniciada como profesional de la piel y finalizada como Maestro- fue esta
ultima la que marcó su vida. Cierto que fue su "vocación tardia" con el
innegable mérito de haber conseguido -con sus cinco hijos ya en el
mundo- y de una sola "tacada" los cursos de Magisterio y en un único
ejercicio de la oposición para conseguir plaza en Ubrique.
Manuel Cabello visita en Argentina la escuela de su abuelo Francisco Cabello
Yo estoy
seguro que uno de los momentos mas emocionados de su vida fué descubrir
en la incansable búsqueda de sus raíces y acompañado -como siempre por
Esperanza- la de su vocación docente al descubrir en Sunchales,
provincia de Santa Fe en la República Argentina la lápida de recuerdo al
primer director del grupo escolar, Don Francisco Cabello Medina
-nuestro abuelo paterno-, quien ejerció como Maestro en dicha
población. Misión docente que han heredado sus hijos, mis
sobrinos.
Lo que nadie sabe es que mi hermano Manolo fué -casi
seguro- el primer "grafitero" ubriqueño. Aquí mis recuerdos son nebulosos
porque se remontan a nuestra niñez, cuando acudíamos -los dos- a la
escuela de Don Fernando Gavilán.
Manuel y Esperanza, toda una vida juntos
Un día al finalizar las clases, en los bajos del
edificio en que actualmente está Radio Ubrique (entonces deshabitada
porque en la Republica fue Casa del Pueblo) apareció un gran letrero
escrito toscamente. Se leía: "Manolo quiere a Esperanza" Y es que -desde
tan lejanos tiempos- estos inseparables Manolo y Esperanza se
quisieron para siempre.
José María Cabello Janeiro. Abogado Jubilado
de los Ilustres Colegios de Cádiz y Malaga
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1 comentario:
Tito es muy bonito este recuerdo y entrañable el de la pintada, desde siempre hemos sabido que tuvo que insistir bastante. A ver si un dia de estos nos encontramos casualmente aunque sea en Málaga (que es un buen sitio) otra vez.
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