Historia de la Patrona de la Villa
Gentileza de don Antonio Moreno
Por Esperanza Cabello
La semana pasada nuestro amigo José Luis Aránegas nos proporcionó un documento enviado por don Antonio Moreno, referente a la fundación del Convento de Capuchinos.
Hace un par de años que referimos la historia, gracias a Consuelo Bohórquez, pero en este caso se trata de un resumen, que transcribimos a continuación:
Hallándose
gravemente enfermo don Rodrigo Ponce de León, Duque de Arcos, Marqués
de Cádiz y Señor de las Cuatro Villas, mandó llamar a los PP. Bernardino
de Granada y Leandro de Antequera, y les expresó su deseo de que
fundaran los Capuchinos un Convento en Ubrique. Las vicisitudes de la
casa ducal impidieron que se realizase esta fundación, y noticioso de
ello el Licenciado don Alonso Borrego, presbítero, poseedor de una gran
fortuna, se ofreció a labrar a su costa el Convento, como muchos años antes, cuando quiso ingresar en la Orden, se lo predijo el V. P. Juan
Francisco de Antequera.
Conseguidas
las oportunas licencias y otorgada escritura del Patronato a favor de
don Alonso, en 1660, llegó a fundar el Convento de Ubrique el V. P.
Bernardino de Granada, alojándose en la Ermita de San Juan de Letrán. Y
hallándose indeciso sobre la elección de sitio, quiso la Santísima
Virgen designarlo de una manera maravillosa.
Encontrándose
una niña llamada Leonor Sánchez, de diez años de edad, en una huerta
situada entre el "Nacimiento" y el "Benalfí", vio de repente a una
Señora, ricamente vestida de blanco, rodeada de resplandores y con un
Niño en los brazos. Entre sus manos tenía una cuerda con nudos, como la
que usan los Capuchinos, y una carta cerrada. Llamaba repetidas veces a
la niña, pero ésta, llena de terror, en vez de acercarse, se fue
huyendo. La Santísima Virgen, poniendo la carta y la cuerda sobre una
piedra que allí había, dijo a la niña: "Advierte que pongo aquí esto", y
desapareció. Cogió la niña la carta y la cuerda, contó lo sucedido a su
padre y éste se dirigió al P. Bernardino, que abriendo la carta, cuyo
contenido no reveló nunca, conoció ser la voluntad de la Virgen
Sanítísima que se edificara allí su Santuario.
Inmediatamente
habló el P. Bernardino con don Alonso Borrego, compraron la huerta y
empezaron las obras, que duraron diez años (1660-1:670), invirtiéndose
en ellas 17.000 ducados, que costeó don Alonso Borrego más las
aportaciones de los particulares y la mano de obra y materiales
ofrecidos por todo el pueblo, que con noble emulación trabajó y recaudó
para levantar el Convento.
Su
acertado emplazamiento en el sitio más apropiado para la quietud y
oración, no pudo estar mejor elegido en las inmediaciones de la villa,
al norte de la misma, en la confluencia del arroyo "Benalfí" y el río
del "Nacimiento", dominando la sierra, el pueblo y los montes lejanos.
La
austera silueta del Convento de Capuchinos, típica edificación del
siglo XVII, con su Iglesia-Santuario de Nuestra Señora de los
Remedios, relicario de nuestros más inefables recuerdos, porque
sabe de milagros, nobles afanes, súplicas y rezos, aparece
coronada y protegida por los amorosos brazos de esa hermosa Cruz
que, alzándose majestuosa como crucero monumental en la escarpada
cima del "Benalfí", sobre ingente pedestal de rocas tan firmes como la
fe de nuestros mayores, completa el encanto y poesía de
este bellísimo paisaje en los alrededores de Ubrique.
Al
entrar en la humilde iglesia de este monumento histórico, sentimos la
emoción de postrarnos ante la Santísima Virgen en las mismas gradas que
lo hiciera aquel glorioso apóstol capuchino, nuestro Beato Diego José de
Cádiz, y la serie de venerables varones que santificaron sus claustros
con los milagros obrados en esta bendita mansión, insigne reliquia que
de sus hijos predilectos conserva la provincia de Cádiz.
Al
recorrer sus silenciosos claustros, moradas de paz, nos parece que aun
vagan en ellos las figuras de los venerables Padres Félix José de
Ubrique, Buenaventura de Ubrique, Diego José de Cádiz...
Al
penetrar en sus estrechas celdas, mansiones de austeridad y de pobreza
que todavía conservan el mismo aspecto de humildes albergues de sus
antiguos moradores ascetas, vemos una de ellas, la que habitó el Beato
Diego José de Cádiz durante los seis años de su residencia de religioso
en este Convento, que hoy está convertida en modesta capilla donde se
veneran las reliquias del Beato, expuestas en sencillo ostensorio.
Recién
construida esta iglesia fue provista de varias reliquias con sus
respectivas auténticas, proporcionadas por el M. R. P. Francisco de
Jerez y el V. P. Carabantes. De ellas sólo queda hoy un relicario del
Santo Lignum Crucis, que en pequeño ostensorio del siglo XVII se adora
tradicionalmente por todo el pueblo, que acude a besarlo el Viernes
Santo.
Durante
el siglo XIX se hicieron en el Convento varias restauraciones, siendo
una de las más importantes la del año 1899, en que por acuerdo aprobado
en el Capítulo Provincial Capuchino celebrado en Sanlúcar el 2
de julio del mismo año, según consta en el Libro de Actas
Definitoriales de la Provincia de la Inmaculada Concepción de
Andalucía, que dice así: "Tomar nuestro Convento de Ubrique por los
recuerdos y tradiciones que tiene para nosotros", volvieron a
él los Capuchinos, que habían sido exclaustrados el año
1836.
El
año 1906 fue costeado por suscripción popular el hermoso retablo
destruido por los rojos en abril de 1936 y el camarín de la Virgen,
pavimentándose también de mármol la iglesia.
En
1931 y ante el estallido de la Revolución, la Comunidad de Capuchinos
tuvo que desalojar el Convento, donde volvió a reintegrarse en 1933. El
año 1935 fue inaugurado en el mismo, con gran solemnidad, un Colegio
Seráfico integrado por quince o veinte niños.
Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de Ubrique
Durante la Novena de 2013
En
abril de 1936, la Comunidad de Capuchinos y los Seráficos volvieron a
abandonar el Convengo y su iglesia, que en dicha fecha fueron asaltados e
incendiados por las turbas rojas, dejándolos desiertos y casi en
ruinas.
En
el Capítulo Provincial Capuchino de Andalucía, celebrado en Sevilla el
día 3 de septiembre de 1941, se sometió a la decisión del mismo tomar o
dejar el Convento de Ubrique, y el citado dia, fecha infausta para la
historia de esta villa, el mencionado Capítulo decidió abandonarlo por
la exigua mayoría de nueve votos contra ocho, sin que sirvieran ahora
aquellos motivos que tuvieron para tomarlo el año 1899, ni la razonada
exposición que dirigieron con fecha 15 de agosto de 1941 al Capítulo
Provincial de los PP. Capuchinos de Andalucía las autoridades locales,
fuerzas vivas y el pueblo en general, con cerca de un millar de firmas
en tres pliegos adicionales, pidiéndole la reintegración de la Comunidad
a este Convento de gloriosa historia Capuchina, y ofreciéndole la
solemne promesa del pueblo de Ubrique de restaurar dicho Convento y su
iglesia, dotándolos de ornamentos, objetos del culto y enseres más
necesarios, todo esto antes de la próxima celebración del segundo
centenario del nacimiento del Beato Diego José de Cádiz.
La
decisión capitular fue notificada por escrito al señor Cura Párroco, al
Hermano Mayor de Nuestra Señora de los Remedios y a los señores de
García Pérez, propietarios del Convento.
A
pesar de esta negativa, el año 1943 cumplió el pueblo lo ofrecido, al
pie de la letra. Se hizo una colecta extraordinaria patrocinada por los
señores de Bohórquez Vecina, Camareros de la Virgen, recaudándose más de
ciento cincuenta mil pesetas, que fueron íntegramente invertidas el
mismo año en las importantes obras de reparación y consolidación
que necesitaba el hermoso edificio para quedar completamente
restaurado antes de la celebración del citado centenario,
esperando en vano hasta hoy la vuelta de los Capuchinos. Mientras
tanto, cuando fue abandonado el Convento, el dueño del
mismo, don Juan García Pérez., decidió venderlo, y al
ser invocados los generosos sentimientos de don Ángel
Bohórquez Oliva, hijo de Ubrique y vecino de Jerez de la
Frontera, éste respondió al llamamiento con emocionado
entusiasmo, comprando para la Santísima Virgen el Convento y su
huerta, a lo que accedió el dueño de muy buena voluntad.
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