Antonio Sanz Zamorano con su mujer y su sobrina
Por Esperanza Cabello
Siempre nos han gustado las fotos de las celebraciones, porque en ellas se ve a todo el mundo contento y con alegría. Esta fotografía es de la boda de nuestro hermano Francisco con María del Carmen, y todo el mundo estaba muy contento. La familia, toda la familia, se reunió en el campo de unos amigos y pudimos pasar unos momentos agradables y felices, riendo, comiendo y compratiendo toda la alegría con los que más queremos.
Para nosotros esta foto es muy especial y muy emblemática porque nos rodean algunas de las personas más queridas y más entrañables del mundo: nuestros padrinos.
Y aunque a principios de enero los recuerdos a veces son muy tristes, porque nos hacen pensar en los que ya no están a nuestro lado, hemos preferido recordar a nuestro padrino, a Antonio Sanz, con toda la alegría y el cariño que él nos dio a lo largo de su vida, para que nuestro recuerdo se quede solo con las cosas buenas, con su paciencia, con su inteligencia, con su dedicación, con su cariño, con su bonomía, con todos los maravillosos ratos de juegos, cuando chica, y de charla, ya de mayor que nos regaló durante más de cincuenta años.
Hace ya dos años que nuestro padrino murió, pero vamos a seguir recordándolo así, como en esta foto, tan guapo, tan joven, tan contento, tan sonriente, tan enamorado siempre de su María Remedios, tan pendiente de sus hijos, de todos los suyos, tan dispuesto a hacer un favor a quien se lo pidiera, tan cumplidor...
¡Siempre te querremos, padrino!
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