El nacimiento del Benalfí en la fuente de los Nueve Caños
Por Esperanza Cabello
Hemos encontrado, entre los documentos de nuestro padre, un magnífico documento histórico, se trata de una copia, firmada por el padre Manuel León (sobrino del padre Sebastián de Ubrique) del poema que el fraile capuchino Jerónimo María de Fregenal escribiera sobre el nacimiento del Benalfí.
Poco sabemos de este padre capuchino, hemos encontrado su rastro en el libro "Reseña histórica de la Provincia Capuchina de Andalucia, y varones ilustres en ciencia y virtud que han florecido en ella desde su fundación hasta el presente", de 1908. En cualquier caso, es un poema precioso.
Nace el Benlafí, espumoso,
en agreste y dura peña,
y fluye luego, armonioso,
juguetón, limpio y gracioso
como la gente ubriqueña.
Cantando amor dulcemente
en sus plácidas orillas
van pintando en su corriente
como en cristal transparente
sus plumas las avecillas.
Como una cinta de plata
bañando huertas y frondas
corre, gira y se dilata
y no hay música tan grata
que la que ofrecen sus ondas.
Le da el pastor sus tonadas,
sus verdores la llanura,
y las brisas perfumadas
con caricias no ensayadas
besan su corriente pura.
Le da el monte sus aromas,
le da el cielo sus primores,
la selva le da palomas
y dulce sombra las lomas
y el valle sus ruiseñores.
¡Salve inquieto y hondo río
que vas alegre saltando!
Mientras tú saltas cnatando
¡Cuánta cosa al plectro mío
tus aguas van inspirando!
¿No pasas, dime, acordado,
siendo feliz cuando quieres,
mientras vas apresurado
corriendo al mar, olvidado
de que es allí donde mueres?
Así yo también un día
soñando eterna mi suerte,
gozaba cuanto quería...
¡Pobre de mi, no sabía
que caminaba a la muerte!
¡Cuántas veces afligido
llena de amargura el alma
a contemplarte he venido,
y en tu escyuela he aprendido
los secretos de la calma,
al ver que en sonoro estruendo
vanse tus olas rodando,
y al rodar las vas perdiendo,
y en vez de verte gimiento
te he visto siempre cantando!
Yo sé que en tu curso bañas
lirios, brezos y amapolas;
que entre juncos y espadañas,
naranjos, mimbres y cañas
van cancionando tus olas.
Más... por gizar cuanto vieron
tus aguas en su camino,
¿Cuándo, di, se detuvieron?
¡Nunca: el mar es su destino
y siempre a la mar corrieron!
¡Ay si el hombre en su carrera
ante un encanto mentido
ni un punto retrocediera,
y a Dios, por su ley, corriera,
pues para Dios ha nacido!
También he visto estrellarse
tus mansas olas rizadas,
y en igual peña quebrarse
cuantas he visto formarse
en pos de las ya quebradas...
Así en nuestro corazón
las olas de las pasiones
olas efímeras son;
¡Las deshace la razón
y quedan las ilusiones!
¡Cuantas cosas he aprendido
Benalfí, de tu corriente!
¿Porqué el hombre descreído
no viene a prestar oido
a tu rumor elocuente?
Más... prosigue tu carrera
deplorando sus desvíos...
Yo subiré a tu ribera
y mezclaré hasta que muera
tus acentos con los míos.
Fr. Jerónimo María de Fregenal
(Copiado por Manuel León, Presbítero)
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