Publicado en la revista Mediodía, con fotografías de Pepe Arroyo
Por Esperanza Cabello
Aún no podemos dar crédito a lo que acabamos de leer: alguien ha pintarrajeado con pintura verde fluorescente el columbario de Ocurris.
Apenas tenemos palabras, la indignación, la rabia, la pena y la impotencia hacen que solo nos preguntemos cómo es posible, dónde hemos llegado, qué pasa aquí.
Ocurris es nuestro tesoro, el tesoro de todos los ubriqueños, y hasta el momento había sido respetado, querido, admirado y cuidado.
¿A qué se deberá este acto vandálico? ¿Es gratuito? ¿Hay algún descerebrado por el pueblo armado con pintura verde? Está claro que se trata de un zumbado con delirios de lucimiento propio. ¿Nos importa acaso cómo te quieras llamar? ¿Qué nos importan los resultados del Real Madrid o del Sevilla, hayan metido tres goles o treinta y tres? ¿Alguien necesita un médico o que asuntos sociales lo envíe a Salud Mental?
A nosotros solo nos quedan ganas de llorar y de exigir que se encuentre a los culpables para que reparen el daño. Es nuestro patrimonio, ciudémoslo.
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Nota de la tarde: a lo largo del día nos han ido llegando otras noticias y sabemos que casi todas las zonas del yacimiento han sido perjudicadas, que han destrozado con saña las estructuras para los trabajos arqueológicos y que el culpable ha ido a hacer daño.
¡Es terrible! Cuando pensábamos que era obra de un gamberro descerebrado nos consumía la ira, la vergüenza y la rabia. Ahora no sabemos qué pensar, parece el trabajo de uno o varios vándalos que ha ido a destrozar. Nos resistimos a creer que pueda ser cierto, debe de ser el trabajo de una mente enferma y rencorosa.
No quisiéramos estar en la piel de los responsables del yacimiento, en plena campaña arqueológica, que deben de estar totalmente desanimados. Han encontrado su lugar de trabajo destruido y arruinado. También lo sentimos muchísimo por los responsables de nuestro ayuntamiento que se han decantado por la cultura y el patrimonio por encima de otras muchas cosas, con gran empeño y mucha entrega.
Esos vándalos descerebrados al dañar nuestro patrimonio han dañado a todos los ubriqueños y ubriqueñas, hoy todos estamos, en cierta forma, de luto.
Esperamos que el o los culpables sean pronto detenidos y obligados a corregir su error.
Y esperamos también que el destrozo sea recuperable. Hace unos veinte años nuestra hermana Natalia, arqueóloga, se ocupó de unas tareas de limpieza en el yacimiento, y tuvo que contratar a dos especialistas en trabajos de altura para que limpiaran de pintadas el techo del columbario. Entonces eran rotuladores, carbones, cal y yesotes lo que habían usado los gamberros para dejar sus nombres sobre la piedra. Ojalá la pintura fluorescente sea de muy mala calidad y se pueda retirar sin dañar el monumento.
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2 comentarios:
Pero es que nadie ya tiene respeto a nada? Y con los castigos que hay hoy día, así nos va! Que pena.
bss
Se podría hacer una investigación. Esas pinturas se venden como churros en las ferreterías...
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