de don Bartolomé Pérez Sánchez de Medina. 3 junio 2017
Este es el análisis que Pedro Pérez Ramos hizo del libro escrito por don Bartolo durante la presentación del mismo el 3 de junio de 2017.
Bartolomé presenta de nuevo otra obra, esta vez poética,
cuyo título se denomina “Besos de la tarde”, un conjunto de cuarenta y tres
poemas con un lenguaje sencillo, bello, elegante, tan elegante que llega a todo
el mundo, olvidando la pedantería expresiva y léxica.
En
sus composiciones no sólo se muestran sentimientos abiertos empapados en
versos, sino también se narran situaciones presas de un espiritualismo amoroso.
Haciendo un breve análisis del libro que presentamos aquí y hoy, al hablar de los personajes, existen dos protagonistas
que acaparan la presencia de la totalidad de la obra; “Tú te aproximas a una
incipiente rosa blanca y con los dedos la desprendes y yo cojo otra
diminuta...” Tú y yo, sujetos de la
intimidad amorosa “con el placer encarnado del eterno momento sostenido de un
beso”. Ese tú y yo representan los protagonistas de los que uno es el lector y
el otro la persona imaginada o real, desde el espíritu, el sentimiento o la
experiencia, con la que se comparte la vida, unos años, un verano, un fin de
semana, un momento....
Respecto al espacio, “Besos de la tarde” muestra un entorno físico que parece reflejar, en
primer lugar, un decorado preñado de
naturaleza con”altos piares” de pájaros, presentando un “campo
sonriente” con “almendros” que “despertaban virginales como besos”.
Por otra parte, las
referencias a Ubrique son patentes en la tremenda mayoría de las
composiciones, ya que “el sol sobre la sierra se exprimía rosado”, “nuestros
corazones encendidos sienten cercano el fresco arrullo de los Nueve Caños” o
“Mira el puente del Manga, te apiadas triste-piedra a piedra se derrumba, como
un lento llorar hasta agotar la última lágrima”. Incluso podemos ver la
referencia a un rincón del que se precia todo ubriqueño, al observar que el alma,
“sola, y la conduce en sombras, lastimada, a la entrada del Calvario”.
Por último, el mar es
el tercer testigo de la temática de la obra: el amor. Ese paisaje es la playa,
donde “bostezos, cual latigazos largos, lentos, de blanca espuma, besan exhaustos,
muertos, la reposada arena”.
Estas tres referencias espaciales, aparte de presenciar de
forma cómplice, en silencio, los momentos compartidos de los dos amantes,
intesifican esos instantes idílicos , puesto que “La Manga se ha callado en luz
de ahumada plata y, en la distancia última, está inflamado el cielo de moradas
caricias y rojas claridades.
Te miro, me sonríes, y en un
beso expresamos rebosantes el gozo”.
Para hablar sobre el tiempo en este libro de Bartolomé, el título habla por sí solo en
este terreno: "Besos de la tarde”. Sin embargo, esa tarde
representa un espejo que parece reflejar no el conocido momento del día, sino la edad de los protagonistas que se sumergen
en el encanto del amor que están viviendo. Se trata, pues, supuestamente, de
dos personas que han llegado a una edad madura, pero que viven su idilio como
dos adolescentes desde su experiencia actual.
Así, la referencia
temporal viene acompañada con “alegre prisa, exprimida en sudor de sol
anaranjado”.
Además, esa experiencia amorosa es compartida en una
diversidad muy amplia de situaciones, una de las cuales se presenta con
“vamos a recibir una nieta a la vida” , “un trocito de amor, de vivo amor,
chiquito,....”
Por otro lado, la
referencia a los meses del año es constante a través de las páginas de
la obra que estamos presentando, haciendo un recorrido por todas las estaciones
del año. Así podemos ver: “La tarde en abril”, o “Es primavera. Llueve”, o“Es
agosto encendido”. Estas indicaciones temporales suelen aparecer al comienzo de
los versos de las distintas composiciones para condicionar el entorno donde se
sitúa el instante sentimental expresado. También , la noche reclama su
presencia en varios poemas de forma tal que “la noche se anunciaba celosa....”
No
hay que olvidar que el paso del tiempo suele
hacerse interminable en el embeleso del amor de los amantes, ya que en
“sólo una eternidad contenida en nosotros y el mar”. Esa eternidad se derrama
no sólo en el instante, sino en el continuo resurgir del dulce recuerdo vivido.
Para terminar, el amor, como se puede deducir, es la auténtica
temática de “Besos de la tarde”. Ese amor toma una forma espiritual en
“Hundiste la mirada en el blando regazo de tu alma”.
Sin embargo, ese amor aparece también de forma pasional
expresándose con el cuerpo como protagonista “en entrega salvaje;...el goce de
nuetra sangre se adueñó de los cuerpos...”
Un amor y otro son complementarios, ya que no se deben
olvidar las referencias a los besos, palabra que participa del título de esta
obra: “...tus ojos y los míos se miran hasta el alma para unir en los labios
los dos tibios sabores”.
Finalmente, deseo acabar esta presentación con unos versos
de Bartolomé pertenecientes a este libro que acaba de nacer:
La sierra está vestida
de bondad dorada:
es sol a media tarde
de umbral de primavera.
-¿Por qué, amor, tristeza
es el aire al mirarnos?
Subamos a robar
el resplandor lejano;
subamos a la sierra,
a esa ermita sin
huerto,
templo que a las
alturas
dirige las
plegarias;
subamos al Calvario,
donde crece la fe,
sostenida por vuelos
de esperanza;
subamos,
amor mío, verás
las sombras de tu
frente.
.
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