Esperanza Izquierdo en uno de nuestros domingos de campo
Por Esperanza Cabello
¡Un año! Parece mentira pero hace un año que murió nuestra madre, un año en el que cada día ha sido más difícil que el anterior, un año en el que no hemos terminado de comprender el porqué de muchas cosas, la razón de tanto sufrimiento, la increíble soledad que dejan quienes se van.
Pero también ha sido un año de madurez, de apreciar las pequeñas cosas que nos ofrece la vida, de valorar en su justa medida la compañía y el apoyo de la familia y de los amigos, de tener en cuenta lo que de verdad importa.
Sigue siendo muy penoso, doce meses más tarde, pasar página y pensar en otras cosas. Más valdría arrancar la página y borrar los peores días de aquel tiempo. Pero nos aferramos a la reflexión que nuestros seres queridos nos han repetido en varias ocasiones: era una persona tan especial, tan espiritual, tan extraordinaria, que si hubiera podido elegir seguramente habría elegido, precisamente, lo que vivió y cómo vivió sus últimos días.
Su muerte nos convirtió a todos en mejores personas, nos transmitió en cierta forma algo de su bondad y de su sensibilidad, y aunque no pasará ni un día en el que no la echemos de menos, seguramente ya empezará el tiempo de echar la vista adelante, de buscar nuevas metas o de reconsiderar las anteriores, de comenzar nuevos momentos y de apreciar los de siempre, pero con algo imprescindible en todo momento: su compañía.
Continuaremos 💜💜💜💜💜
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario