Un trozo de encina semi-tallado
Con más de un siglo de antigüedad
Por Esperanza Cabello
Organizar los objetos que han pertenecido a tus padres es una tarea muy complicada y muy triste a la vez. Tienes que estar con mucho ojo para que no se pierdan para siempre objetos sentimentalmente valiosos y además muy atento para no dejarte engañar por las apariencias.
En una de las cajas de nuestro padre encontramos lo que a simple vista parecía un trozo de corcho del portal, lo dejamos a un lado, porque tampoco es cuestión de conservarlo todo, pero misteriosamente ha seguido estando por en medio todo el tiempo.
Hoy, organizando otras cosas, hemos vuelto a ver "el corcho", y al mirarlo bien nos hemos dado cuenta de algo muy interesante.
En primer lugar no es un corcho, sino un trozo de madera de encina muy viejo y deteriorado. Y en segundo lugar no es una parte del portal de Belén, sino un esbozo de patacabra.
Efectivamente, es un trozo de encina semi-tallado para hacer una patacabra. Si lo ponemos junto a la patacabra más antigua que se conserva en Ubrique, que pertenece a la colección de nuestro padre, nos damos cuenta de que se trata de una primitiva patacabra tallada en madera de encina.
Esta otra patacabra, absolutamente desgastada por el paso del tiempo y mucho más grande que las patacabras actuales, se utilizaba para los cueros curtidos en Ubrique, los cueros bastos y semibastos, y es una auténtica reliquia. No sabemos si se han conservado algunas otras de estas gigantescas patacabras, y nos da una idea del origen de las patacabras actuales.
A este dúo de patacabras primitivas se unió a principios del siglo pasado la patacabra tal y como la conocemos actualmente, este modelo más pequeño (de cadete) muy desgastado por el uso, perteneció sin duda a un niño, y está bellamente trabajado.
Para terminar este recorrido por las patacabras ubriqueñas añadimos la patacabra doble. Ésta sí que está bellamente trabajada y lisa, pues se trata de un modelo para lustrar las piezas.
Para sacar brillo a los platos (a los platos de piel, claro) se frotaba la piel con la base de la patacabra. Cuando uno de los lados cogía calor por el rozamiento se le daba la vuelta y se seguía lustrando con la otra parte de la patacabra, eso la hacía indispensable, en un momento en el que la maquinaria era la mínima, para hacer piezas de calidad con un acabado impecable.
Hasta aquí nuestro recorrido por las patacabras ubriqueñas. En el título hemos escrito expresamente la palabra "petacabra", pues era el término que se utilizaba en los primeros momentos de nuestra industria. En la época se fabricaban fundamentalmente petacas, así que se asimilaron las dos palabras, petaca y patacabra, dando lugar a petacabra, del mismo modo que comenzaron los términos petaquero, petaquera y petaquería.
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