Antonio Sanz Zamorano
Ayer pudimos leer en la prensa digital (en este enlace), este entrañable artículo de Marco A. Velo, amigo de nuestro tío Antonio Sanz Zamorano.
“Te marchaste, querido Antonio, como se marchan los bienaventurados”
Recordando al jerezano ilustre Antonio Sanz Zamorano
Te marchaste, querido Antonio, in ictu
oculi. En un abrir y cerrar de ojos. Como desaparecen los caballeros
bienaventurados –tú lo eras a la antigua usanza-, como se esfuma la
inmunidad del buen gusto, como asciende a los cielos la horma de esa
excelencia tan tuya y tan de nadie. Nos sentamos entonces –apenados,
impotentes, desencajados- al teclado del ordenador. Escribir tu
necrológica constituyó un ejercicio de imprevisto consumo.
Hace ya algunos años, tan lejos, tan
cerca. Tan indivisible la nostalgia de este hueco vacío. No puede la
letra impresa –ni aún utilizando toda la fecundidad del alfabeto-
aproximarse, si quiera grosso modo, a la magnitud de tu personalidad.
Fuiste grande porque te agigantabas de ternuras. Simpaticón en el adarme
del tú a tu. Responsable hasta la consumación. Representabas un tratado
de las buenas maneras cuya aplicación práctica enseguida nos contagiaba
de serenidad, de complicidad, de amenidad.
Hombre agradable como los que nacer ya no suelen. Para tantos, para
muchos, compañero del alma, compañero. ¡Tan henchido, ay, de valores! ¿A
do fue a parar –en el frufrú de un amén- toda tu impronta de
amabilidad: la ascética del ser de cercanías? Hoy rescatamos de la
moviola de los recuerdos, Antonio, aquella noche de verano en la que te
erigiste –por derecho propio, por ganancia de tu jerezanía, por la
andariega peripecia de tu inquietud cultural- en protagonista de un
libro con sabor a fiesta antigua, a Jerez de otro tiempo, a patrimonio
inmaterial, a corazón azul y blanco…
Pinchando en este enlace podemos seguir leyendo esta sembalanza tan entrañable.
Gracias en nombre de toda la familia por estas palabras tan cercanas y tan sinceras.
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