Fernando Domínguez Vallejo
Fotografía de David Bulpe
¡Hola! Te saludo, Fernando amigo,
pues pretendo dialogar hoy yo contigo:
Hay cosas que no deben darse al viento,
por eso las escribo, es lo que siento.
Has gozado del estigma que da Orfeo
expresando en poesía lo que sientes
sin pretender un aplauso ni trofeo,
no cual vulgar creencia de las gentes.
por eso las escribo, es lo que siento.
Has gozado del estigma que da Orfeo
expresando en poesía lo que sientes
sin pretender un aplauso ni trofeo,
no cual vulgar creencia de las gentes.
De tu alma delicada, con cariño
has sacado y plasmado en tus escritos
mil recuerdos,– pues siempre fuiste niño–,
como sábanas calientes, hoy benditos.
Virtuoso lector del pentagrama,
virtuoso padre de tus hijos,
virtuoso pasota de la fama,
propietario de poéticos alijos.
El arpa y la pluma, tu destino,
vehículo potente y fue seguro
que anduviste hasta el fin el buen camino
para rasgar el manto del futuro.
He estado repasando personajes
a los que evocas con amor en esos versos,
la sal de tus recuerdos, homenajes
que en ternura de niño están inmersos.
Recuerdas a Manuela y a Orteguita;
recuerdas a tu madre, que de armiño
eran sus bucles – ¡oh Angelita!–,
el remate de un rostro de cariño.
Un ángel femenino allá en el Cielo
hacía falta, por eso la llamaron,
y de brillo celestial en rico velo
amigos de su alma la acunaron.
Con tu hijo y tus padres ya te has ido
a gozar de la luz eternamente
y aquí queda la nube, en nuestra mente,
del recuerdo, templado y revivido.
Bartolomé Pérez Sánchez de Medina
Fotografía de David Bulpe
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