José María y Carmen paseando en Ronda
Por José María Cabello
25 de febrero de 2020
¿Llegó ya la primavera? Aunque es
tarde, se la espera. Y sigue esa lluvia menuda, esos nubarrones grises, ese
frío fuera de tiempo que empañan las repetidas fotos del blanco de nuestras
casas y del verde de nuestros olivares. La vida ha cambiado y las leyes físicas
de lo natural que parecían fijas se resquebrajan. El coronavirus nos ataca con
fiereza. Y en este obligado encierro, nuestros pensamientos se convierten en reflexión
serena. ¡Yo apuesto a que lo vencemos! Y lo expreso en mi rincón favorito, mi
Ubrique en el Recuerdo. Porque allí he nacido y he vivido epidemias no tan
extensas, pero bien intensas. Todas se superaron. Y siguiendo todos las normas
que se nos dictan seguro que venceremos.
Pertenezco al sector más castigado
por esta virulenta enfermedad Precisamente a la generación de los niños de la
posguerra que vivimos la infancia en una pandemia nacional de hambre y de
miseria. Independiente de las peculiares infantiles que nos acechaban y todavía
conservamos la huella en el brazo de la vacuna contra la viruela, padecimos la
primera epidemia. Popularmente se llamó "el piojo verde". Se trataba de
un tifus, que en su carácter de exantemático se llevó por delante a algunos de
nuestros paisanos/as. Estaba relacionado con falta de aseo. Cerca de los Nueve
Caños había una caseta por la que pasaban los posibles contagiados para sanearlos.
Después, llegó la pandemia nacional
de la tuberculosis que tanto castigó a Ubrique y atacó a familias enteras. Y
ya, en tiempos de corrupción industrial, la colza y la poliomielitis también
hicieron estragos. Si pudimos con las de antes ¿no vamos a poder con la de
ahora? Los ojos hacia arriba y al horizonte. Allá, sobre las nubes, la Virgen
de los Remedios tenderá su manto. Y por levante nos volverá un sol reluciente a
devolver a los cielos su azul de siempre.
Unos valientes, consagrados al
servicio de los demás nos dan ejemplo. Entre ellos, orgulloso de que mis hijos
Noemí Julia y Paco Ortuño estén en primera fila de medicina interna, infecciosa
e intensivista en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Nosotros ¡A casa! ¡Sin salir!
Esperando, pero con mucha esperanza.
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