María Corrales con dos de sus hijos: María Teresa y Blas 1933
Blas Rivera y Marís Vázquez habían venido de Grazalema a Ubrique con sus diez hijos. Uno de ellos se llamaba Blas. Blas se había casado con María Corrales en 1928 y tuvieron tres hijos: Blas, Juan y María Teresa. La repentina muerte de María Corrales hizo que los tres pequeños quedaran sin los cuidados necesarios y, aunque los dos varones fueron acogidos por familiares, la niña fue enviada a Cádiz, a un centro religioso muy estricto, donde estaban retenidas otras jóvenes por diferentes razones. Era una especie de reformatorio, nada adecuado para la pequeña, pero como eran muy malos tiempos de posquerra, no se encontró otro lugar para ella. Estuvo más de veinte años sin salir para nada a la calle, no la enseñaron a escribir ni a leer, aunque sí aprendió a coser. Ella contaba horrores de aquellos años, horrores de penurias y privaciones; horrores de malas noches, malos días y mala vida.
Cuando tenía 25 años, uno de sus hermanos pensó en ella y fue a recogerla. La sacó del centro y la mandó a Ubrique, donde los familiares de su madre no quisieron acogerla. La enviaron con nuestra abuela Natalia, porque era conocido su buen corazón y nuestro abuelo Leandro era su primo.
María Teresa estuvo viviendo con la familia Izquierdo hasta que conoció a Juan Román, el amor de su vida, con el que estuvo casada hasta que murió en 2008. Siempre les gustó la vida tranquila y hogareña con sus animales, con sus gallinas, con sus "perrillos", con su costura.
Siempre llamó la atención de todos el primor de sus labores, sus bordados diminutos y sus mantelerías y cortinas con vainicas y dibujos. En todo lo que hizo en la vida puso pasión y empeño, quedó bien demostrado en la escuela de adultos, a la que acudió muchos años con afán de mejorar y aprender y en la que se convirtió en todo un símbolo del poderío de la voluntad.
María Teresa y Juan no pudieron tener hijos, pero a nosotros nos quisieron como si fueramos suyos, nos paseaban, nos ayudaban, nos escuchaban, nos trataban siempre con cariño. Y para nosotros María Teresa siempre fue nuestra familia.
Conservamos con infinito cariño y respeto el marcador de su madre, María Corrales, que nos dió para que lo añadiéramos a los tesoros familiares junto a esta foto a la que ella tenía especial cariño, por ser de los pocos recuerdos de su propia familia que había podido conservar.
Esperanza Cabello Izquierdo. Abril 2009
Cuando tenía 25 años, uno de sus hermanos pensó en ella y fue a recogerla. La sacó del centro y la mandó a Ubrique, donde los familiares de su madre no quisieron acogerla. La enviaron con nuestra abuela Natalia, porque era conocido su buen corazón y nuestro abuelo Leandro era su primo.
María Teresa estuvo viviendo con la familia Izquierdo hasta que conoció a Juan Román, el amor de su vida, con el que estuvo casada hasta que murió en 2008. Siempre les gustó la vida tranquila y hogareña con sus animales, con sus gallinas, con sus "perrillos", con su costura.
Siempre llamó la atención de todos el primor de sus labores, sus bordados diminutos y sus mantelerías y cortinas con vainicas y dibujos. En todo lo que hizo en la vida puso pasión y empeño, quedó bien demostrado en la escuela de adultos, a la que acudió muchos años con afán de mejorar y aprender y en la que se convirtió en todo un símbolo del poderío de la voluntad.
María Teresa y Juan no pudieron tener hijos, pero a nosotros nos quisieron como si fueramos suyos, nos paseaban, nos ayudaban, nos escuchaban, nos trataban siempre con cariño. Y para nosotros María Teresa siempre fue nuestra familia.
Conservamos con infinito cariño y respeto el marcador de su madre, María Corrales, que nos dió para que lo añadiéramos a los tesoros familiares junto a esta foto a la que ella tenía especial cariño, por ser de los pocos recuerdos de su propia familia que había podido conservar.
Esperanza Cabello Izquierdo. Abril 2009
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