Portada de la exposición de José Luis Mancilla
Ubrique, marzo de 1994
Por Esperanza Cabello
En el archivo de nuestro padre, Manuel Cabello, podemos encontrar todo tipo de documentos, desde insignificantes papelitos con anotaciones minúsculas de anécdotas, frases o direcciones y teléfonos de miles de personas, hasta importantes legajos de notaría con un par de siglos de antigüedad; desde fotos familiares en El Salto de la Mora jugando con sus niños hasta fotografías enmarcadas de hechos históricos importantes; desde estampitas de santos escritas por eminentes religiosos hasta libros de misa con tres o cuatro siglos.
Pero, miremos por donde miremos, sus grandes pasiones siempre están presentes: Misión Rescate, Ocurris, la Radio, Ubrique, los carnavales, los pintores, los gamones, los alumnos, la feria...
Y en el apartado de los pintores hemos venido a caer sobre este folleto anunciando una exposición de pintura de José Luis Mancilla en marzo de 1994.
Para nosotros, al igual que para nuestro padre, Mancilla ha sido siempre alguien muy especial. Pintando su entorno, su alcornocal, su pueblo...
Una pintura cercana y profunda, que siempre nos ha encantado.
Pero nos ha gustado mucho la manera de definirla de Manuel Ríos Ruiz, Premio Nacional
de Literatura que publicó un artículo sobre José Luis en el Diario de Jerez, el 12 de noviembre
de 1993.
Serán sus palabras las que nos presenten aquella exposición:
"...Ya decía don Antonio Machado, a
través de su Juan de Mairena, que en las épocas en que el arte es realmente
creador no vuelve nunca la espalda a la naturaleza.
(…) en José Luis Mancilla, se añade
algo tan elocuente como concreto, pinta su ámbito vivencial, el universo que
habita, el paisaje que siempre ha tenido ante los ojos y del que conoce todos
sus visajes y tornasoles.
De ahí que su pintura sea un arte
recio, realista total, como emergiendo siempre, cual si quisiera salirse de su
enmarcación.
Y quizás en esa fuerza expresiva,
sustentada por su espatulismo a ultranza, escribe su singularidad, dado que la
temática, por manida, no brinda muchas posibilidades de evolución y
originalidad. José Luis Mancilla, partiendo de cuantos antecedentes existe, que
son muchos, ha afrontado los paisajes de los pueblos blancos con un deseo de
ser sumamente fiel a la referencia. Algo que consigue hasta en el juego del sol
y la sombra sobre las calles y los empinados pavimentos. Su trabajo es rotundo
también en lo material, puesto que se ocupa de los mínimos detalles con la
misma precisión que la generalidad del paisaje le requiere.
Como escribió Goethe acerca del
arte, la historia del arte es continua en cierto sentido, y los artistas
ciertos suelen aprovechar cuanto bueno han dejado patente los anteriores en el
tiempo. Con respecto a tan válida observación, José Luis Mancilla prosigue la
trayectoria que han marcado en el reflejo del paisaje un buen número de
pintores andaluces desde la etapa costumbrista.
(…) nacido en Ubrique, en 1957, y
que se identifica como seguidor de la escuela de Pedro Matheu, dando cuenta una
vez más de su constante apoyo a los nuevos valores de la zona.
(…) el autor reúne lo que la
naturaleza va derramando delante de su mirada captadora de perfiles y
tonalidades, que ya un filósofo del arte dio razón de ello cuando escribió: “El
arte, en su totalidad, consiste en la exacta y completa imitación de la
naturaleza.”
Con el paso de los años la pintura de Mancilla ha madurado, en algunos casos se ha incluso esquematizado, pero no ha perdido ni un ápice de aquella frescura, de aquella profundidad, de aquella cercanía de hace veinte años.
Creando escuela, colaborando con otros pintores, difundiendo su pintura... podemos asegurar que, a pesar de todo, parece que el tiempo no ha pasado por él.
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