El llano del Trebujena
Fotografía gentileza de Ángel Chacón
Por Ángel Chacón
Una mano a las perlas
Podía ser una tarde cualquiera de primavera, cuando los zagales salíamos de la escuela y como un rehilete nos dirigíamos hacia la casa, soltábamos la bolsa llena de libretas y, devorando el pisto en la calle, llegábamos hasta el llano.
Solo pensabas en echar una mano a las perlas. En el bolsillo, tres perlas, un perlón y un bolindre de barro.
Con un chino se dibujaba el cuadro y a dos pasos o lo que fuera se trazaba una raya. Desde el cuadro tirábamos nuestra chicha favorita hasta la línea para saber quién salía primero. El más listo, como siempre midiendo jiba y si no de chamba, nos dejaba a las catis moni. Me las habían escatado todas. Solo me quedaba mi perlón y mi bolindre, con eso imposible.
Podía ser una tarde cualquiera de primavera, cuando los zagales salíamos de la escuela y como un rehilete nos dirigíamos hacia la casa, soltábamos la bolsa llena de libretas y, devorando el pisto en la calle, llegábamos hasta el llano.
Solo pensabas en echar una mano a las perlas. En el bolsillo, tres perlas, un perlón y un bolindre de barro.
Con un chino se dibujaba el cuadro y a dos pasos o lo que fuera se trazaba una raya. Desde el cuadro tirábamos nuestra chicha favorita hasta la línea para saber quién salía primero. El más listo, como siempre midiendo jiba y si no de chamba, nos dejaba a las catis moni. Me las habían escatado todas. Solo me quedaba mi perlón y mi bolindre, con eso imposible.
(Foto del Llano el Trebujena. Ubrique en el Recuerdo)
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Nota: este relato ha sido publicado hoy por Ángel Chacón en el muro de "Ubrique en el recuerdo". Nos ha llamado la atención la cantidad de palabras autóctonas que ha utilizado en el relato, y os proponemos un pequeño juego: ¿Sería alguien capaz de reescribir el texto utilizando un equivalente de TODAS las palabras destacadas?
¡Qué riqueza de vocabulario tenemos en la Sierra de Cádiz!
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