José Manuel Benítez Ariza y Pedro Bohórquez
Durante la presentación
Por Esperanza Cabello
Ayer tuvo lugar, según lo previsto, la presentación en Ubrique de "Nosotros, los de entonces" el nuevo poemario del escritor gaditano José Manuel Benítez Ariza.
La presentación fue en el salón de actos del IES Nuestra Señora de los Remedios, con la colaboración de la librería "El Alambique".
Fue un buen momento, entre amigos muy interesados, en un ambiente relajado y con gente dispuesta a disfrutar de la buena compañía y de la buena escritura de este poeta.
Nos resultó especialmente curioso vernos reflejados en muchos de los poemas que Benítez Ariza leyó para todos, pues su antología comienza en los primeros poemas de amor adolescente de principios de los ochenta, y llega hasta el amor adulto.
Y fue realmente un lujo escuchar sus comentarios, además de las animadas conversaciones que surgieron una vez terminada la presentación.
Además, tuvimos la oportunidad de conocer mucho más de cerca tanto al autor como a su obra, gracias a la brillante presentación de Pedro Bohórquez Gutiérrez, profesor de literatura, gran lector y conocedor de los libros de Benítez Ariza.
Pedro ha tenido la gentileza de proporcionarnos su presentación, de esta manera podremos leerla más pausadamente y utilizarla, en caso de que sea necesario, como apuntaba una de las asistentes a la presentación, si usamos la obra de José Manuel desde el punto de vista didáctico.
PRESENTACIÓN
DE “NOSOTROS LOS DE ENTONCES”
DE JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA
No
sé si presentar a José Manuel Benítez Ariza en Ubrique, y entre un público
amigo, es el camino más seguro de
incurrir en redundancias. Él lo ha deseado y uno no ha querido ni ha podido
sustraerse a ello, por la ley de la
hospitalidad y por la condición, primero, de lector, desde hace ya algunos años,
y, posteriormente, por la de amigo, gracias a una amistad que generosamente -tengo que reconocer- desde
el primer momento me han brindado tanto él como Mari Ángeles, antigua compañera
de remotas fatigas periodísticas.
Mi
conocimiento como lector se remonta a finales de los ochenta y principios de los noventa cuando era frecuente encontrar
la firma de José Manuel esparcida y prodigada en poemas, cuentos traducciones, artículos, reseñas de libros y
críticas de cine en los míticos y añorados suplementos Citas y Cultura,
respectivamente del Diario de Jerez y Diario de Cádiz, coordinado el
primero por el poeta José Mateos y el segundo, por Mari Ángeles Robles, o en
las revistas jerezanas Fin de Siglo y Contemporáneos, o en la sevillana Renacimiento.
Pues José Manuel desplegó desde muy temprano su fruición apasionada por
la escritura en muchas direcciones, y su dedicación constante al oficio de las
letras –simultaneado heroicamente con el de profesor- comenzó a dar sus frutos,
con títulos como –y citó los que primero cayeron en mis manos- Las
amigas (1991), Cuento de invierno (1992), Malos
pensamientos (1994), El círculo de tiza (1996), La
sombra del diablo y otros relatos (1998), Los extraños (1998) o
El
hombre del velador (1999).
Cito
en su sucesión cronológica y deliberadamente sin especificar adscripción
genérica porque, más allá de su sorprendente versatilidad, la escritura de José
Manuel responde a un concepto de “taller abierto” como ha podido comprobar
quién en los últimos diez años se haya asomado a su blog Columna de humo, donde se evidencia la relación de vasos
comunicantes entre la poesía, la narrativa, el artículo observador de la
realidad cotidiana, la mirada crítica que disecciona otras manifestaciones
artísticas - el cine o la pintura- o la reflexión volcada hacia el autoconocimiento, vertida en lúcidos
pequeños ensayos o sugestivas reflexiones aforísticas. Y donde el rigor y la
exigencia expresiva se manifiestan por igual, permitiendo reconocer más allá de
los géneros la existencia de un mundo propio y de una voz reconocibles.
La
elección de Ubrique –junto con Cádiz y
Jerez- para la presentación de su nuevo poemario no es nada casual,
creo. Quien frecuente la obra de José Manuel reparará en la importancia que en
ella tienen los lugares y cómo éstos se imbrican en la vivencia personal e
íntima hasta el punto de permitirnos levantar el plano de su particular geografía sentimental. La Sierra de Cádiz ya forma parte de ella. Desde hace más de veinte años José Manuel es
una presencia en estas tierras donde la naturaleza en estado puro guarda uno de sus reductos, e impregna y
condiciona, para bien y para mal, la existencia de quienes habitan en ellas,
sin ser siempre conscientes tanto de su condena como de su privilegio. José
Manuel se ha instalado en este territorio, que ha hecho suyo, con los ojos bien
abiertos y su poesía, entre otras cosas, nos ayuda a ensanchar nuestra
conciencia y abrir la mirada hacia esta última consideración. Los títulos de algunos de sus libros más
recientes o de los textos que incluyen son elocuentes del diálogo profundo que
lo vincula a un paisaje y a una gente, que voluntariamente ha incorporado a su
circunstancia, sin que por ello la
reflexión e el impulso poético que nace de esta circunstancia pierdan un ápice
de universalidad y apunten a un decir que transciende la temporalidad, aun siendo esta una de las
fuentes de su poesía.
Cuaderno
de Zahara (2002), Cuatro nocturnos (Segundo
cuaderno de Zahara) (2004), Diario de Benaocaz (2010) o el
poema Cerro de los Batanes son algunos de títulos donde el paisaje de la Sierra
de Cádiz está presente de un modo envolvente, como lo está su atmósfera en la
novela Las islas pensativas o
constituye un referente más o menos explícito en numerosas entradas de los
dietarios Señales de humo (diario abierto) (2008), Pintura rápida (2011) –cuyo
solo título es un homenaje a la amistad y a los pintores ubriqueños- y La
novela de K (2014), fechados el primero en Benaocaz y los dos siguientes entre esta última
localidad y Puerto Real.
Con
estas notas dispersas espero haber dado una idea de quién es José Manuel para
quienes no lo conozcan y se hayan acercado aquí movidos por la curiosidad, y
también haber explicado su presencia entre nosotros con motivo de la
publicación de su último libro de poemas, que hace el número once en su sólida
carrera poética. Un recorrido que ha gozado del reconocimiento de la crítica
más solvente de nuestro país y su inclusión, desde fechas tempranas, en
antologías, tanto de poetas gaditanos, como andaluces o españoles, que han sabido
dar cuenta de la mejor poesía surgida en el cambio de siglo, como La
plata fundida 1970-1995 (25 años de poesía gaditana) (1997), La
poesía más joven, una antología de la nueva poesía andaluza (1991), Los
cuarenta principales. Antología General de la poesía andaluza contemporánea (1975-2002)
(2002), Selección nacional. Última poesía española (1995) o La
generación del 99 (1999).
Nosotros
los de entonces (Poesía amatoria 1984-2015),
publicado primorosamente por la editorial sevillana Isla de Siltolá, en su colección Arrecifes, es una antología que surge no de la mera selección y
suma de poemas con un criterio cronológico de publicación y bajo un denominador
común temático, sino que responde a un concepto de “obra en marcha" en el
sentido en que acuñó el término Juan Ramón Jiménez, un poeta que le es grato a
nuestro autor. Los poemas incluidos en esta antología han sido espigados de
entre sus anteriores poemarios, pero el autor los ha reagrupado, junto a un
total de dieciséis inéditos, en un orden nuevo, que responde a un propósito de
unidad que va allá de la existencia de un asunto homogéneo y que pretende dar
cuenta, al modo de los Cancioneros del Renacimiento, de las distintas fases del
proceso amoroso. De esta forma, los antiguos poemas en su nueva articulación
dentro del conjunto pueden leerse bajo una nueva luz, como distintas etapas de una
“historia secuenciada”.
El
lector atento podrá advertir también la evolución de las maneras poéticas de
José Manuel Benítez Ariza. El personaje de sus primeros poemas, distanciado e
irónico, que disecciona con aparente frialdad sus sentimientos va cediendo el
paso a un yo lírico caracterizado por una emotividad equidistante entre la
cordialidad y la contención, y el tono discursivo y de sintaxis compleja y
amiga del encabalgamientos, acorde a una envoltura externa del poema
deliberadamente narrativa y prosaica, parece ir desembocando en un decir más
sobrio, escueto y trascendente.
No
me voy a extender más sobre su poesía porque él podrá hacerlo con más
fundamento como crítico lúcido y reflexivo de sí mismo y de su propio proceso
creador, una de sus facetas como escritor que plasman el prólogo que, con el
título “Por qué lo llaman amor”, abre Nosotros los de entonces, o las
numerosas poéticas que se diseminan por las antologías citadas o que encabezan
sus propias obras a modo de preliminares.
No
voy a concluir sin antes mencionar
–aprovechando que estamos en el espacio que gustosamente nos ha cedido
Cineando, al que quiere agradecer su apoyo en la difusión de este acto- la
pasión cinéfila de nuestro autor, canalizada en su faceta de escritor de cine.
Sus virtudes en este territorio –amenidad, rigor, lucidez y capacidad de
síntesis- quedan patentes en sus dos libros hasta la fecha en torno al séptimo
arte: La vida imaginaria (1995) o Me enamoré de Kin Novak y otras
crónicas de cine (2002). O
también en la serie de artículos que con el título de Revisiones publica
puntualmente en la revista digital CaoCultura.
Pero
cedamos la voz a José Manuel, cuya palabra es la que nos congrega
aquí.
UBRIQUE,
18 de diciembre de 2015
PEDRO BOHÓRQUEZ GUTIÉRREZ
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