Marina y Agustín en la feria de Ubrique
Septiembre 1966
Por Esperanza Cabello
Hay personas que dejan en tu interior una huella imborrable, personas que se han ganado a pulso nuestra admiración y nuestro cariño, personas con las que te has cruzado en la vida y que a partir de ese momento, forman parte de tus mejores recuerdos, de tus mejores sentimientos.
Y una de ellas es Marina Rubiales Rojas, una mujer dulce y cariñosa que se ha granjeado el afecto y el aprecio de todos los que la hemos conocido.
Marina ha muerto esta mañana, a sus ochenta y tres años, había nacido en mayo de 1940; se ha ido apagando poquito a poco, como una velita, rodeada del amor de sus tres hijos y de toda su familia. Hacía ya mucho tiempo que la enfermedad la acompañaba y ya no ha podido esquivarla más.
Nosotros somos familia, su padre, Emilio Rubiales García, era primo hermano de nuestra abuela Julia Janeiro Rubiales, además eran primos con los que tenían mucha relación, ya que nuestra abuela era muy "familiera", y además vivían muy cerca en el pueblo.
Pero más allá de ese lejano parentesco, Marina, y su marido Agustín, se habían ganado nuestro corazón desde el momento en el que los conocimos, hace ya casi treinta años. Formaban una pareja única, cercana, agradable, cariñosa, educada... se querían a rabiar, Agustín estaba enamoradito su Marina desde que la conoció, y estuvieron juntos casi sesenta años.
Marina y Agustín el día de su boda, en 1968
Con Emilio, su hermano, y Rosario, su cuñada, en el patio de la casa familiar
Trabajadores, sencillos, honestos, auténticos, de las buenas personas que no se pueden olvidar, así han sido ellos toda su vida, y han creado una preciosa familia junto a sus hijos Ángeles María, Emilio y Agustín, sus parejas y sus cinco nietos, que eran su alegría.
También era muy de su familia Marina, tanto sus hermanos, Emilio e Isabel, como sus sobrinos, eran lo más importante para ella.
Desde la muerte de Agustín, hace casi cuatro años y medio (en este enlace), la vida no ha sido igual para Marina, por más que sus hijos se han desvivido por ella, ya no había más desayunos en el Amanoe, ni más viajes a comprar productos de la sierra, ni más campito pendientes de sus plantas y sus animales.
A pesar de todo, Marina ha conservado esa ternura y esa dulzura que siempre la han caracterizado, nos encantaba cruzarnos con ella durante el paseo y saludarla, siempre con palabras bonitas y agradables para nosotros.
Por eso, al mediodía, cuando nuestro hermano nos ha dado esta triste noticia, hemos notado cómo el corazón se nos partía un poquito más, con una fractura a la vez nostálgica y agradecida por todo lo que hemos recibido de ellos.
Sabemos lo que es perder a una madre, y más a una madre tan buena como la nuestra, Marina nos la recuerda tanto; 💜 su bondad, su entereza ante la adversidad y ante la enfermedad, su integridad y su sonrisa... Por eso queremos enviar un fuerte abrazo a sus hijos y a todos los que la querían y a los que ella quería.
Ahora, como hemos pensado durante la despedida en el cementerio y como queremos pensar siempre, los dos, Marina y Agustín, están de nuevo juntos, paseando tranquilos cogidos del brazo en los jardines celestiales, quizás recordando aquella feria del 66 en El Jardín; quizás felices por esas vidas plenas, quizás agradecidos por lo estupendos que son sus nietos...
Mañana, lunes, cinco de febrero, tendrá lugar la despedida de Marina Rubiales en el cementerio municipal de Ubrique a las nueve y media de la mañana.
¡Descansa en paz, Marina! Siempre te recordaremos💜💜💜💜
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