Presentación Día de la Mujer 8 de marzo de 2024
Buenas tardes, es un privilegio y un honor para mí estar aquí con todos ustedes en un día tan importante y tan señalado como es el 8 de marzo, el Día de la Mujer.
Quisiera agradecer en primer lugar a FADAC, organización comprometida con la promoción y visibilidad del talento femenino en el ámbito artístico y cultural y a Remedios Rubiales, una ubriqueña destacada en el mundo del arte y del emprendimiento, que me hayan invitado a este acto y homenaje a este grupo de mujeres ilustres, referentes en distintos ámbitos.
También saludar y agradecer su presencia a todos los presentes, a las autoridades, familiares y amigos que hoy nos acompañan.
Gracias a nuestro alcalde, Mario Casillas, por su presencia, su implicación, su apoyo y sus palabras, y gracias a nuestro primer teniente de alcalde, José Antonio Bautista, por su confianza y su ayuda constante.
Es muy importante señalar y poner de relieve el fundamental papel de las mujeres en este mundo, que hasta hace poco era más de hombres.
La mayoría de nosotras, las aquí presentes somos mujeres rurales, con los valores, las tradiciones, las vivencias y las enseñanzas de nuestras madres y abuelas; eso es sin duda un valor añadido, porque estamos acostumbradas al trabajo, al esfuerzo, a la superación, al ímpetu de llegar a donde sea necesario.
En Ubrique, el mundo de la piel ha sido siempre de hombres y mujeres, no por igual, pero mucho más igualitario que en otros lugares, pues desde el principio el trabajo de ellas ha sido fundamental.
Y no solo en el mundo de la piel, sino en los más diversos ámbitos a lo largo de los años. Y por eso estamos en deuda con tantas y tantas ubriqueñas que destacaron y cuyos nombres, lamentablemente, no son suficientemente recordados.
Las mujeres a las que hoy galardonamos, no solo ubriqueñas, pertenecen a distintos ámbitos del mundo empresarial, del arte, de la cultura y de la ciencia, y por ello quisiera recordar y agradecer a algunas mujeres de nuestro pueblo el haber enarbolado la bandera del trabajo, de la libertad, de la dedicación y de la valentía a lo largo de los años.
Como aquellas 270 mujeres que, encabezadas por Isabel Coveñas Orellana, firmaron en 1865, de su puño y letra, un manifiesto destinado al gobierno y a las cortes para poner fin a la ley de quintas, según la cual uno de cada cinco jóvenes que hacía el servicio militar se quedaba en el ejército de por vida. Aquellas 270 mujeres armaron tal revuelo que el caso llegó a la prensa y consiguieron la abolición de aquella ley injusta.
Pero la historia que hoy más nos interesa es la de las mujeres petaqueras y empresarias, y cómo su aportación fue fundamental para el origen de nuestra industria.
Porque en Ubrique han existido tenerías desde tiempo inmemorial, los curtidos ubriqueños, gracias a la calidad del agua, a la sal de los alrededores y a los taninos de la zona, por los alcornoques y los zumaques, la piel curtida en Ubrique era famosa por doquier. De hecho, hubo quien pensó que existía “el Ubrique”, un animal de piel especial.
En 1795 llega a Ubrique Ana Poley Ortiz a Ubrique con su marido Ángel Vecina y su hijo Serafín, Ana pertenecía a una reconocida familia de botineros rondeña y montan un taller en la calle Ronda. Comienzan la confección de botines en la que destaca el papel de Ana, que hace unas puntadas perfectas. Ella sabía mucho y era una mujer primorosa, hacendosa, cuidadosa y muy buena empresaria. Ella sabía coser con precisión milimétrica aquellos botines que se hacían entonces que eran una preciosidad. Pero no solo eso, sino que cariñosa y alegre como era empezó a enseñar sus vecinas a coser utilizando utilizar los punzones, los hilos y los bojes, y les daba trabajo. Al morir su marido ella mantuvo el taller, en el que también empezó a trabajar su hijo Serafín, y, con el buen hacer que tienen las mujeres rurales empezó dar uso a aquellos trozos de cuero que sobraban de los botines y de la suela de los zapatos para diseñar un objeto que se convertiría en emblema de nuestro pueblo: la petaca, que se fue convirtiendo poco a poco en un objeto imprescindible para el mundo masculino, y pronto las petacas de Ubrique, por la calidad del cuero y por la perfección de las costuras, cobraron fama mundial hasta el punto que alguna gente en el siglo XIX se creía que el Ubrique era un animal, y otros venían buscando la increíble máquina que cosía tan bien.
Su hijo Serafín montó su propio taller en la Plaza, y uno de sus empleados fue Basilio Aragón, uno de los primeros fabricantes de petacas reconocidos, dando lugar a las petaquerías. Al principio trabajaban en los talleres por igual hombres y mujeres, las unas cosiendo y los otros encargándose del trabajo en las mesas.
Pero incluso constan algunas mujeres curtidoras, las primeras, en 1830, eran Ana Lozano, de 63 años, y María Reyna, de 31, ambas curtidoras, dedicadas a un oficio duro en el que normalmente solo trabajaban hombres.
Ha habido una estrecha relación entre el mundo de la piel y las ubriqueñas. Quisiera recordar a Candelaria Chacón Quero, nacida en 1888, la zapatera, esposa de un carbonero que mantuvo su zapatería durante toda su vida, mujer además dedicada a difundir la cultura y a ayudar a los demás.
A Joaquina Orellana Artacho, que en 1916 creó una empresa de artículos de piel siendo una mujer sola.
A Ana Rodríguez Coronil, la viuda de Juan Villalobos, que desde 1925 mantuvo su empresa marroquinera con gran éxito.
A María Moreno Cordón, que justo después de la Guerra Civil fundó su propia empresa, “la viuda de Castro” llegando a tener más de setenta empleados.
En la Guerra Civil fueron las mujeres y los niños quienes se encargaron del trabajo en las petaquerías, no solo de la costura, sino de todo el trabajo de mesa.
Este panorama se mantuvo durante todo el siglo XX, aunque a partir de los setenta podemos volver a encontrar algunas mujeres empresarias, en casos muy contados.
Afortunadamente ahora en el mundo de la piel podemos ver a mujeres y hombres trabajando por igual: dirigen, diseñan, empastan, cortan, pegan, cosen, pintan…
Además de en este mundo, hay decenas de ubriqueñas que han destacado a lo largo de los años y quizás su labor no ha sido suficientemente reconocida.
Sebastiana Bohórquez Gómez, que fue la primera mujer que estudió bachillerato en la provincia de Cádiz, en 1872, o a su hermana Ángeles Bohórquez, la primera maestra por oposición de la provincia, en 1890.
La primera mujer pintora, en 1919, Julia Janeiro Rubiales, que perteneció a la escuela del masón Manuel Janeiro y fue alumna y modelo del pintor Julio Moisés. La primera universitaria farmacéutica, Elena Sánchez de Medina; la primera catedrática y única directora de instituto, Ana Eugenia Arenas; aquellas matronas y sanitarias que ayudaron a nacer a tantos ubriqueños, doña Luz, María Isabel Fernández; aquellas que se encargaron de hacer de todos una vida mejor, benefactoras y cuidadoras, como María Agüera o Isabel Domínguez.
Y en la actualidad, además de vosotras, mujeres decididas y emprendedoras a las que hoy entregamos un merecido galardón, hay decenas de mujeres que destacan y trabajan a diario haciendo del nuestro un mundo mejor, médicos, maestras, empresarias, artistas, músicas, arqueólogas, escritoras, bailaoras, deportistas; hemos tenido nuestra primera alcaldesa, Isabel Gómez, decenas de concejalas en todas las legislaturas que han trabajado por un Ubrique mejor. Cocineras, diseñadoras, fotógrafas, libreras, sindicalistas…
A todas ellas, y a vosotras en especial, ¡Enhorabuena y feliz Día de la Mujer!
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