Palabras de doña Frasquita Larrea en 1824 sobre la fuente de la Hedionda (en la actual depuradora de Ubrique) y su descubrimiento.
En mi poder tengo un romance que compuso al providencial descubrimiento de este manantial. Así versificaba el hecho verdadero:
En el reino de Granada
Y en el mes de sementera
Del año de mil seiscientos
Y ocho, por buena cuenta
Se ocupaba una familia
En laborear la tierra
Compuesta de padre e hijos
Y una mocita doncella.
A esta le acometió
Cierta noche una dolencia
Tan grave que se temieron
El que amaneciese muerta;
Subieronla sus hermanos
Moribunda en una bestia
Por ver si viva llegaba
A su pueblo, Grazalema.
Hicieron en el camino
Alto, porque la enferma
Decía casi expirante
«Agua quiero, aunque me muera»
Aseguran que su achaque
Dolor de estomago era.
Fue un hermano a buscar agua
Quedando el otro con ella
Ignorando aquel paraje
En una Mina se entra;
Hizo un Hoyo con las manos,
Llenó una taza pequeña
De agua mezclada con cieno
Sin saber si es mala o buena,
Y la enferma la bebió
Con extraña ligereza.
No pasaron tres minutos
Cuando una cólica abierta
Con abundantes despeños
La atacan con tal violencia
Que sus hermanos creyeron
Que ya su muerte era cierta.
Rezaronle muchos credos
Llorando lágrimas tiernas.
De allí a un rato abrió los ojos
Diciendo: «Ya yo estoy buena»
Sigue contando, como con este ejemplar, muchos acudieron a este agua y hallaron efectivamente la salud, etc., y acaba su romance alabando a Dios, así como lo empezó pidiéndole su auxilio por la intercesión de María.
Y ahora, Vallejo suplica
Y rendidamente ruega
Se le perdonen las faltas
De haberse entrado a poeta
Sin principios y sin numen
.
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