Por José María Cabello Janeiro
Pienso que la imaginación de mis paisanos forma parte de nuestro patrimonio inmaterial.
Acabo de ver el reportaje del embellecimiento navideño de mi pueblo y agradezco a todos quienes han colaborado en vivir la Navidad -en este duro año- de forma tan original.
 |
| La fachada del ayuntamiento adornada con materiales reciclados. Adornos realizados por los escolares ubriqueños. Fotografía gentileza de Isabel Gómez García. |
Y es que si el Ubriqueño ha sido capaz de reconvertir su tradicional artesanía trazando puente hacia la producción industrial, nada extraño que su añorado Belén viviente se haya convertido en un Belén vivo, esta vez el pueblo blanco enmarcado en un valle verde de olivos, recostado en los permanentes grises de la sierra que lo resguarda, parece un Belén escondido en la sierra de Cádiz.
 |
| Las calles de Ubrique adornadas con detalles decorativos florales y artesanos. Fotografía gentileza de Isabel Gómez García |
Y si cierras los ojos y echas tu imaginación atrás, verás las calles empedradas, el burro repartiendo pan, los mulos acarreando leña y lascabras ordeñadas a la puerta de tu casa. Y dentro de ella, volverán nuestros hijos e hijas a instalar el Belén de siempre y/o el árbol adornado.
Es el Espíritu Navideño de
amor y de paz que nos vuelve a ser otra vez niños y niñas. Mantenemos
también un símbolo (si no ha desaparecido por la transformación
urbana): El puente de la Esperanza.
Quizás este año destaque más la dureza del pesebre que los cantos angélicos del Misterio. Pero el dolor se convertirá en gozo. Por la Cruz a la Luz.
Podemos. Un esfuerzo final. Con Él, venceremos la pandemia.
 |
| La iluminación de la Plaza. ¡Espectacular! |
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario