Nuestra Señora de los Remedios. Patrona de Ubrique. 1940
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Por Esperanza Cabello
En estos primeros días de septiembre, por mucho ruido y mucho alboroto que haya en nuestro pueblo, nosotros seguimos pensando en lo que, para muchos, es lo único importante.
Y no se trata de la devoción a la Virgen, que también, ni en la ilusión de ver, dentro de ocho días, cumplido de nuevo el sueño de verla pasar por nuestras calles con todas las tradiciones y sentimientos a flor de piel: los mantones, las flores, la novena, la música, los rezos...
Se trata de la familia, que sigue siendo `para nosotros lo más importante. Nos acordamos de tantas personas que no podrán estar ya en esta celebración, de tantas familias que hoy lloran a sus seres queridos (un abrazo muy grande, amigos), pero, sobre todo, nos acordamos de aquel primero de septiembre de hace ya catorce años.
Aquella vez en la que estábamos maquinando para que nuestra querida tita Reme pudiera estar en la procesión, a pesar de la enfermedad. Que si una cámara de video en el balcón, que si poner una camita en el despacho y abrir la ventana al paso de la Virgen...
No nos dio tiempo a terminar ningún plan, tita Reme se fue, tan temprano que nos dejó a todos muy huérfanos, muy solos, muy enfadados con el destino y muy tristes.
María Remedios y Esperanza Izquierdo
Dos modelos de humanidad y grandes mujeres
Nuestras primas, Natalia y Lola, perdieron a su madre, pero todos los demás perdimos a un bastión familiar, a una institución, a una persona increíble, con una fuerza y unas ganas de vivir que intentamos recordar ahora, para que siga siendo nuestro ejemplo.
Su querido Antonio se quedó también solo, sin explicarse qué había pasado, pero agradeciendo a la vida la oportunidad de haberla conocido.
Y sus hermanas, Carmen y Esperanza, las mayores, para las que era alegría y apoyo, se quedaron desoladas, desconcertadas y perdidas. Sus vidas ya no serían nunca como hasta entonces.
Por muchos años que pasen, lo primero que nos recuerda este mes de septiembre es a nuestra querida tita Reme, la gran suerte que tuvimos de vivir con ella y disfrutar de su carisma durante cincuenta años, la que se convirtió en nuestra segunda madre, en nuestra hermana, en nuestra amiga. En un modelo de bondad y rebeldía a la vez, que nos enseñó que, por mucho que la vida te de patadas, tú siempre serás más fuerte, más sabia, mejor.
Eso decía el primo Paco al despedirte:
"Eres la mejor, tita Reme"
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